Rosana vio la expresión sería de Dionisio y decidió hablar:
-Tú me enseñaste a jugar, hasta me mostraste cómo hacer el combo de doce golpes.
Dionisio puso cara de incredulidad.
-¿Aprendiste eso en el sueño?
-Sí, pero en ese entonces no sabía quién eras. Solo éramos amigos en línea. Hasta que un día jugamos juntos y, al ver tu nombre en el juego, supe de inmediato quién eras.
Dionisio se frotó las sienes, como si intentara aclarar sus ideas.
-Entonces, ¿quiere decir que desde hace mucho ya me habías descubierto?
-No, en el sueño tampoco sabía quién eras fuera del juego. Solo recuerdo que fuiste muy bueno conmigo. Cuando la familia Lines me corrió y terminé en la calle, también fuiste tú quien me dio dinero. Incluso me dijiste que me ayudarías a salir del país y alejarme de los Lines, pero no te hice caso.
Rosana se detuvo ahí, como si no quisiera recordar más.
El entrecejo de Dionisio se marcó, pensativo. Entonces, si Rosana después de volver con los Lines terminó encerrada en una clínica mental y al final murió… ¿eso significaba que todo lo que ella estaba contando realmente había sucedido en ese sueño?
Aunque Rosana insistía en que solo había sido un sueño, todo eso lo dejó inquieto.
Dionisio soltó en tono seco:
-No me gusta el final de ese sueño.
-A mí tampoco, pero fue tan real… Sentí como si en verdad hubiera muerto. Por eso fue que decidí rebelarme.
Rosana lo miró directo a los ojos.
-Sé que todo esto suena increíble, que cualquiera pensaría que estoy inventando cosas. Pero ya viste cómo han salido las cosas. La empresa PZ claramente tiene algo raro. Román me dijo que Estefanía es la verdadera dueña y que ella es tía de Leonor.
En ese momento todo empezó a encajar.
¿Por qué Maurino y los otros habían logrado ocultarse tantos años? ¿Por qué pudieron acercarse a Miranda muerte de mis padres?
Dionisio se quedó pensando en silencio, luego asintió.
-Con razón desde el principio dudabas de la empresa PZ. Ya sabías del fraude de inversiones.
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-Solo quería evitar que todos cayeran en la trampa, pero no era fácil explicarlo sin pruebas. Gracias por confiar en mí.
Dionisio sonrió de lado.
-¿Y cómo no creer en ti? Si cualquiera se daría cuenta de que eres digna de confianza.
Vestido con su bata oscura, ese hombre con facciones atractivas y una sonrisa enigmática, lograba que Rosana no pudiera apartar la mirada.
Dionisio retomó el hilo:
-Después de la investigación, confirmamos que la empresa PZ sí tenía algo extraño. Solo ponían dinero en el Grupo Lines, pero ni siquiera se preocupaban por cómo funcionaban los proyectos. Más bien, usaban esos proyectos como fachada para vender productos de inversión a las familias.
Keira, en estos días, ha estado firmando contratos como loca, arrasando con las familias medianas y recolectando fácilmente decenas de miles de millones en efectivo.
Rosana soltó una risita.
-Eso de hacerse rico sin mover un dedo, con pura tranza, es más efectivo que cualquier inversión honesta. Es el sueño de todo estafador.
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-No te equivocas -admitió Dionisio-. Si no nos hubieras advertido, y si no hubiéramos tenido ese pleito en la fiesta con la gente de la empresa PZ, todas las familias cercanas a los Jurado habrían caído en la trampa. El fraude hubiera superado el
billón de pesos.
Rosana asintió.
–En el sueño, la empresa PZ robó justo esa cantidad. Se llevaron todo el dinero y desaparecieron. Después, Román contó que Estefanía se cambió el nombre, contactó a gente de una isla y quiso volver a lo mismo, pero ahora en el negocio farmacéutico.
-Entonces, ¿Román vio en el sueño a la verdadera jefa de la empresa PZ y por eso supo que era Estefanía?
-Así es. Cuando Román vino a tratar a Sara, se topó con Estefanía y entonces descubrió quién era en la vida real.
Rosana no pudo evitar sentir que había algo de destino en todo esto.
-Estefanía está tan confiada y nos provoca una y otra vez porque está segura de que no sabemos quién es. Ni tampoco conocemos el fraude de la empresa PZ.
El ambiente entre ambos se llenó de un aire tenso pero también de complicidad. Todo lo que Rosana había contado, por increíble que fuera, ahora tenía sentido. Dionisio la miró con nuevos ojos, comprendiendo que, aunque los sueños parecían absurdos, a veces podían ser advertencias disfrazadas, señales de lo que estaba por venir. Y lo peor era que aún quedaba mucho por
descubrir.