Óscar asintió y comentó:
-Entonces, por ahora, la mayor sospechosa es mi tía Angela, junto con esa madrastra, la señora Estefanía. Si seguimos la línea de sucesión por sangre, el hijo de la madrastra Estefanía sería el heredero legítimo.
Dionisio apretó el entrecejo, pensativo:
-Primero hay que investigar sin hacer ruido, para no alertar a nadie. Voy a poner gente a vigilar el hospital, no permitiré que personas ajenas se acerquen a Sara.
Javier no pronunció palabra, solo mantenía la vista fija en la dirección de la sala de cuidados intensivos, el ceño fruncido y la respiración contenida.
Óscar miró a Dionisio y preguntó:
-¿Y Rosita? ¿Dónde está?
-Ella se fue con Román de regreso a la familia Lines.
Óscar chasqueó la lengua, indignado:
-La familia Lines sigue igual que siempre. No cambian ni tantito. ¡Hasta se atrevieron a usar esto para presionar a Rosita y obligarla a regresar!
Dionisio arrugó la frente:
-Ella lo hizo por una amiga.
-Ya lo sé. Por eso mismo me da coraje por ella.
Al otro lado de la ciudad, Rosana regresó a la residencia de la familia Lines.
Cuando Román entró con Rosana, todos los presentes se quedaron boquiabiertos, la sorpresa pintada en sus rostros.
Julio, con una chispa de alegría en los ojos, preguntó:
-¿Y ustedes qué hacen aquí de repente? ¿Pasó algo?
Rosana tenía el rostro apagado y respondió sin ánimos:
-Voy a mi cuarto a descansar.
Julio no intentó detenerla; solo la observó subir las escaleras. Luego miró a Román, buscando respuestas:
-¿Qué ocurre?
Román se dejó caer en el sillón, serio, como si nada le importara:
-Nada importante. La traje para que descansara un poco en casa. Su amiga tuvo un accidente de carro bastante grave.
Habló como si la cosa no fuera con él, sin emoción alguna:
-Me pidió que la ayudara, así que, bueno, no tuve más remedio que venir.
Julio tanteó el terreno, con cautela:
-¿Es por la hija mayor de la familia Chavira? Vi la noticia en la tele. Dicen que el guardaespaldas la traicionó y la atacó por dinero.
Román soltó una risa burlona:
-¿Quién sabe? Yo creo que no tiene nada que ver con el guardaespaldas.
Cambiando de tema, Julio indagó:/
-Entonces, ¿Rosana te llamó para pedir ayuda y por eso la trajiste de vuelta? ¿No fue un poco forzado?
Julio frunció el ceño, dudoso:
-No hacía falta. Si Rosana te llamó, es porque sí le importas, porque sí te ve como su hermano.
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Capitulo 1218
Román se encogió de hombros, indiferente:
-Lo sé, pero también necesito que me haga caso de vez en cuando. No iba a venir desde tan lejon solo para que ni skruier se dignara a verme, ¿no crees?
Para él, todo era tan normal que ni siquiera se cuestionaba sus acciones.
Julio soltó un suspiro al ver que Román se marchaba a su habitación. Luego, tomó una charola con fruta fresca y fue a tocar la puerta de Rosana.
Desde adentro, la voz apagada de Rosana llegó a sus oídos:
-Ya me acosté. Quiero dormir.
Julio abrió la puerta de todos modos y entró con paso silencioso:
-Te traje un poco de fruta. Te ves muy cansada.
Rosana seguía acostada, tapada hasta la cabeza, sin mirarlo siquiera.
Julio dejó la fruta sobre la mesa y habló en voz baja:
-Descansa, ¿sí? Ya verás que tu amiga va a salir de esta.
Sin esperar respuesta, Julio salió del cuarto.
Rosana se quedó sola, envuelta en las cobijas. Se limpió la nariz, tratando de no llorar. Por dentro, sabía que su amiga estaría bien, pero la preocupación no la dejaba en paz.
La mañana siguiente, Rosana se levantó temprano y fue directo al hospital.
Román la acompañó, manteniendo ese aire distante que lo hacía ver inaccesible ante cualquiera.
Javier seguía firme, sin moverse del pasillo frente a la sala de terapia intensiva.
Óscar estaba ahí también, acompañando en silencio.
Rosana se acercó y preguntó:
-¿Cómo va todo?
Óscar respondió de inmediato:
-No hay novedades. Javier no ha querido moverse de aquí.
Al ver que Román también había llegado, Óscar titubeó un poco, como si quisiera decir algo pero se aguantara.
Román, como si no notara nada, miró a Rosana y dijo:
Voy a revisar cómo sigue tu amiga.
Rosana asintió, agradecida, y le dedicó una mirada llena de aprecio.
En ese momento, Estefanía apareció empujando su silla de ruedas. Se detuvo justo frente a Román y le habló directo:
-Fuiste tú quien salvó a Sara, ¿verdad? Te lo agradezco de corazón.
A Román se le transformó el semblante en cuanto vio a Estefanía.
-Así que era ella… -pensó, sorprendido/por el inesperado encuentro.
Capitulo 12”