Rosana esbozó una mueca de resignación.
-Nunca lo dijo.
Desde siempre, Sara habla mostrado una actitud optimista y fuerte ante los demás, pero en el fondo, ella llevaba años viviendo en medio de intrigas y traiciones.
En ese momento, Estefanía apareció apresurada en su silla de ruedas.
-¿Cómo está Sara?
Al verla, Rosana no pudo evitar sentir una oleada de desagrado. Después de todo, ellas ya habían sospechado que el repentino regreso de Estefanía al país tenía que ver con los bienes que Sara tenía a su nombre. Ahora, con Sara en problemas, el segundo en la línea de herencia sería el hijo de Estefanía. Solo de pensarlo, a Rosana le revolvía el estómago. Con voz neutra, soltó:
-La situación está muy complicada.
Al instante, Estefanía comenzó a llorar, la voz entrecortada de angustia.
-Ella siempre estuvo bien, ¿cómo es posible que le haya pasado esto de repente?
-Fue un accidente.
Rosana no mostró la menor calidez al responderle. Su actitud hacia Estefanía seguía siendo igual de distante.
Estefanía lo notó. Miró a la muchacha tendida en la cama dentro de la unidad de cuidados intensivos y se dirigió a Rosana: -Señorita Lines, ahora que Sara está así, seguro que Ángela no se va a quedar de brazos cruzados. Te pido que la ayudes a proteger todo lo que le pertenece, para que cuando despierte no tenga que pasar por más sufrimiento.
-No hace falta que me lo digas. Eso ya lo tenía claro; voy a hacerlo.
Rosana la miró fijamente.
-Vete, yo me quedo aquí a cuidar.
Estefanía quedó unos segundos en silencio, esbozó una sonrisa amarga y dijo:
-Señorita Lines, también me preocupa mucho Sara. Sé que tienes tus prejuicios sobre mí, pero nunca he querido hacerle daño, y la verdad, tampoco tengo cómo pelearle nada.
-Haz lo que quieras.
Rosana no tenía ánimos de seguir con formalidades vacías. De pronto, escuchó el zumbido de un helicóptero. Alzó la vista al cielo y su semblante cambió, dejando ver una chispa de esperanza.
Ya llegó.
Si Román había llegado, entonces Sara tendría posibilidades de salir adelante.
Sin perder tiempo, Rosana corrió hacia el elevador.
-Voy a ver qué pasa.
то
Dionisio la siguió de cerca, sin decir palabra.
Tadeo se quedó afuera de la sala de cuidados intensivos, mirando al helicóptero que descendía. Frunció el ceño, inc
Estefanía, también mirando hacia arriba, preguntó, confundida:
-¿Quién llegó?
Tadeo le contestó con voz seca:
-Seguramente es alguien que puede salvar a Sara.
La duda cruzó los ojos de Estefanía. ¿Alguien capaz de salvar a Sara?
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apitulo
Rosana llegó al helipuerto en la azotea, Vio a Román descender del hellcóptero, acompañado de dos asistentes y car un maletín con combinación. Rosana sintió los nervios recorrerle el cuerpo.
-¿Trajiste todo?
Román se plantó frente a ella.
-Por supuesto. Si mi hermana me lo pide, no hay manera de que le falle.
Rosana apretó los labios, conteniendo su ansiedad.
-Te lo encargo, Román.
Por fin lo llamó por su nombre. En ese momento, lo único que ocupaba su mente era que Sara lograra superar la noche.
Román, al escucharla, le dedicó una sonrisa.
-No te voy a decepcionar.
Al verlo alejarse, Rosana sintió cómo el peso que llevaba encima se aligeraba, aunque fuera un poco.
La noche se extendia, larga y tensa.
Rosana no pudo pegar el ojo. Se quedó ahí, en la sala de espera, hasta que Román salió de la unidad de cuidados intensivos, quitándose el cubrebocas.
Rosana se puso de pie de inmediato.
-¿Cómo salió todo?
-Te dije que estaría bien. Eso te lo prometo.
El director del hospital salió después, mirando a Rosana.
-Señorita Chavira, todos sus valores están estables. Ya no hay riesgo de infección.
Rosana sintió que una ola de alivio le recorría el cuerpo y las lágrimas le brotaron de los ojos. Toda la angustia de las últimas horas por fin se disolvía con esa buena noticia.
De inmediato, Román y Dionisio se acercaron para sostenerla. Sus miradas se cruzaron, cargadas de tensión.
Román, altanero, soltó:
-Hazte a un lado.
Capitulo 1217