Capitulo 1214
Capítulo 1214
Si Rosana no hubiera aparecido junto a Sara, entonces Sara no sería tan rebelde y desobediente como ahora.
En ese momento, se acercó un tipo con pinta de abogado, traje impecable y maletín en mano. Sin rodeos, miro directamente a Rosana y le dijo:
-Señorita Lines, lo que usted está haciendo es ilegal. Sé que usted y nuestra señorita tienen una relación cercaña, pero Angela ya encontró un lugar donde pueden atender la enfermedad de Sara. Usted no debería interponerse.
Rosana frunció el ceño y le respondió con voz firme:
-¿Y qué clase de lugar puede haber encontrado Angela para tratar a Sara? Lo único que busca es tenerla bajo control. Esto ya pasó una vez, ¿o no lo recuerda? Usted, como abogado de Sara, ¿no debería saberlo mejor que nadie?
Por dentro, Rosana no podía evitar preguntarse si ese abogado de verdad tenía sentido común. A fin de cuentas, tenía entendido que era el abogado personal de Sara, recomendado por el mismo padre de ella en su momento. Pero con ese comportamiento, dejaba mucho que desear.
El abogado se acomodó los lentes, mostrando una postura severa:
-Pero, señorita Lines, desde un punto de vista legal, usted no tiene ningún derecho para impedir que la familia Chavira se lleve a la señorita. Si insiste en obstaculizar, me veré obligado a llamar a la policía.
En ese instante, Ángela, inflada de orgullo, intervino:
-Rosana, ahora que Sara está en el hospital, la única persona autorizada para firmar la hoja de consentimiento en caso de gravedad soy yo. Ninguno de ustedes tiene derecho. Yo soy la única que realmente vela por su bien, ustedes solo podrían perjudicarla.
Tras terminar su discurso, Ángela se acomodó la ropa, como si ya hubiera tomado la decisión más importante del día. -Si no te quitas, Rosana, no me va a quedar más remedio que llamar a la policía. Cuando esto se haga público, piensen bien en las consecuencias. Dudo que quieras ver a la Empresa del Arce envuelta en otro escándalo.
El abogado sacó entonces una carpeta de su maletín, la abrió y mostró un documento:
-Señorita Lines, soy el abogado personal de Sara. Ella firmó este documento. Si, en circunstancias especiales, pierde la conciencia y no puede tomar decisiones, me ha otorgado el poder para manejar todos sus asuntos, incluidos los tratamientos médicos y la administración de sus bienes.
Rosana tomó el documento y lo revisó. Efectivamente, llevaba la firma de Sara. El trazo parecía auténtico, igual que el de
ella.
No pudo evitar que se le hiciera un nudo en la garganta. Jamás habría imaginado que Sara firmaría algo así. De pronto, Rosana sintió una profunda tristeza.
Recordó que, desde hace mucho tiempo, Sara debió de sentirse sola y sin apoyo, sobre todo en la familia Chavira, donde todos la vigilaban como si fuera una extraña. Debió de haber sido una experiencia amarga.
Sara, en su interior, ya se imaginaba que podría ocurrirle algo grave, que en un momento de incertidumbre como el de ahora, la familia Chavira haría todo lo posible para mantenerla en coma y así repartirse a gusto todos sus bienes.
Por eso, Sara había decidido firmar ese poder notarial. Pero seguramente nunca pensó que el mismo abogado en quien confió podría estar en su contra.
Si este abogado de verdad estuviera de parte de Sara, lo lógico sería que ahora detuviera a Ángela, no que la apoyara para transferir a Sara de hospital.
Rosana levantó la vista y encaró al abogado:
-¿De verdad has pensado cómo le vas a explicar todo esto a Sara cuando despierte?
Ella conocía bien a Sara; jamás habría aprobado una decisión así. Y como abogado que fue de su total confianza, era imposible que desconociera la voluntad de su clienta.
Había algo muy turbio en todo esto.
El abogado titubeó levemente, pero se mantuvo en su postura:
-Señorita Lines, el documento está justo frente a usted. Por favor, no sigan entorpeciendo el proceso.
17:33
Sin pensarlo, Rosana rompió el documento en varios pedazos:
-Pues yo no pienso quitarme.
El abogado la miró y dijo, con una mueca de superioridad:
-El documento que acaba de romper era solo una copia. El original sigue en mi poder y sigue teniendo validez legal.
El gesto de Rosana se endureció al instante.
Angela la miró con aire de triunfo:
-Con ese documento, ni aunque tengas a la familia Jurado de tu lado lograrás nada.
-No cantes victoria todavía.
En ese preciso momento, Tadeo Sabín apareció por el pasillo. También traía consigo una carpeta y, sin titubear, sacó un documento.