Rosena se sobresalto ante el ataque repentino de Dionisio.
Dionisio In abrazo con fuerza.
De qué te estás riendo a escondidas?
-Pues estoy viendo tus fotos desnudo… pero solo las de cuando tenías un año.
Rosana tenia en la mano una foto donde se vela a un bebé regordete, usando una prenda roja muy pequeña y una cinta roja en la frente, tan tierno que daba ganas de apretujarlo.
Dionisio puso su mano sobre la foto, impidiéndole seguir viéndola.
-Ya viste mis fotos desnudo, entonces, para que quede parejo, ¿no crees que yo también debería verte así?
Sin darle oportunidad de protestar, Dionisio la recostó en la cama y, rápido como un rayo, aventó el álbum de fotos a un lado.
Luego se inclino y la besó, profundizando el beso hasta que ambos se quedaron sin aliento.
Rosana giró el rostro, jadeando.
-Oye, luego tenemos que ir a comer, ¿eh?
Dionisio la miró, recostado junto a ella, apoyando la cabeza en una mano.
-¿Y cuál es la prisa?
-Nada más te aviso, para que no te emociones de más.
Dionisio se dejó caer en la cama, mirando el techo.
-Cada vez que entro a este cuarto, siento que puedo ver los días de antes.
-Sí, tu abuelita siempre te consintió mucho. Conservó un montón de tus cosas y guardó recuerdos de tu infancia.
Dionisio sonrió, con una mezcla de nostalgia y resignación.
-Pero a mí me parece que nada de eso tiene mucho sentido. El tiempo no se puede devolver.
-Claro que tiene sentido. Por lo menos me hace sentir que formo parte de tu pasado.
Rosana volvió a tomar el álbum y siguió hojeando. Dionisio se acostó a su lado, mirando junto con ella.
-Ni yo me acordaba de varias de estas fotos.
-Tu mamá se ve tan cálida en esta.
Dionisio se detuvo un momento en una foto donde aparecía su madre biológica. Se quedó callado, mirando la imagen.
-Sí, pero la verdad es que no tengo recuerdos muy claros de ella. Cuando era niño, la persona que más veía era mi abuelita. Siguieron viendo las fotos, sumidos en una calma que solo rompe la puerta, cuando se escucha un par de golpes suaves.
-Joven, señora, ya está lista la comida -anunció la empleada del servicio desde afuera.
Rosana se incorporó enseguida.
-Vámonos, tenemos que
Dionisio también se sentó.
salir.
-Déjame ir a cambiarme, regreso en un segundo.
Rosana se quedó esperándolo afuera. No pasó mucho tiempo antes de que Dionisio saliera con ropa cómoda, viéndose mucho más relajado.
Bajaron juntos las escaleras.
Rosana miró a su alrededor, admirando la decoración del lugar.
-Jamás me imaginé que viviste aquí de pequeño… parece un castillo sacado de un cuento.
20-01
Dionisio la miro, Konriendo con una mozola de nostalgia y pegando
-Si tus panda no hubieran tenido problemas en ese entonces, la familia Lines también es habría qued Probablemente nos habríamos conocido de chicos, tú habrías venido a jugar aquí y quién sabe capet que juntos como amigos de toda la vida… y de grande te casabas conmigo.
Rosana escucho esas palabras y lo miró directo a los ojos.
Tan seguro estás de que me ibas a gustar?
-Claro. Y si no te gustaba, seguro yo me iba a enamorar de ti. Te perseguiría hasta que me hicieras caso, eso si te lo firing
Rosana se quedó pensando en esa posibilidad. Ojalá hubiera podido volver al pasado, antes de que todo lo malo sucediera con sus papás.
Si eso hubiera pasado, tal vez habría evitado la trampa de la familia Montes.
Pero ya era tarde para lamentarse.
Aunque, at final, sentía que aún estaba a tiempo de cambiar su destino.
3 0 2 2 0 8 1
Cuando llegaron abajo, Carmen y Flora estaban sentadas en el sofá esperándolos.
Carmen los miró con una sonrisa llena de cariño.
-Mirenlos, hacen tan bonita pareja.
Flora asintió con una sonrisa tranquila.
-Eso pensé yo.
Dionisio, con una expresión alegre, le apretó la mano a Rosana.
-Mamá, abuelita, gracias por darnos su bendición.
El calor de la mano de Dionisio hizo que Rosana sonriera sin poder evitarlo.
La verdad, pensó, ya se había vengado, había dejado atrás a su hermano y ahora tenía una relación amorosa que su familia aceptaba.
Flora los animó, riendo.
-Ya, váyanse a la mesa, ¿quieren? No se queden parados ahí.
-Eso, eso, vamos a comer -añadió Carmen.
Rosana y Dionisio fueron al comedor y se sentaron juntos. En la mesa, vio varios platillos deliciosos, incluyendo sus favoritos, y algunos típicos de su tierra natal.
Era obvio que la comida había sido preparada con mucho esmero.