sana marcó el número de Román varias veces, pero nadie contestó.
Mientras escuchaba los sonidos que salían del cuarto de tratamiento, la ansiedad la devoraba por dentro. ¿Por qué no contesta nadie el teléfono?
Intentỏ llamar otra vez, y otra, y otra más. Siempre la misma respuesta: nadle respondía.
Con los ojos lienos de lágrimas, Rosana le mandó un mensaje a Román:
[¿Por qué el tratamiento de la señora Jurado tiene que ser tan doloroso?]
¿Por qué la señora Jurado no había contado nada de esto?
Rosana se quedó esperando sola afuera durante mucho tiempo, con el pecho apretado por la angustia, hasta que por fin terminó el tratamiento y el director del hospital salió del cuarto.
Cuando el director la vio, se sorprendió un poco.
-¿Ya te enteraste, verdad?
Rosana asintió con la cabeza, sin poder hablar.
-¿Por qué tiene que ser tan doloroso? ¿No es que la gente de Román les dio todo el método para desintoxicarla?
El director negó con la cabeza.
-Desde el principio fue así de doloroso, pero la señora pidió que no dijéramos nada. Es una petición de la paciente. No podemos ir en contra de su voluntad.
Rosana alzó la vista hacia la habitación. Flora ya se había tranquilizado y ahora dormía profundamente.
-Está dormida -explicó el director-. Va a tardar un rato en despertar.
Rosana no se atrevió a entrar, temiendo hacer algún ruido que pudiera despertarla.
Se cubrió la boca con la mano, intentando calmar el temblor de su cuerpo. Le costó mucho trabajo recuperar la compostura antes de volver a hablar.
-¿No hay alguna manera de hacer que no duela tanto?
-Sí la hay, pero el señor Román advirtió que eso podría afectar el resultado de la desintoxicación. Por eso la señora decidió rechazarlo.
Rosana, mirando al cielo gris desde la ventana, sintió que el aire se volvía helado y le calaba hasta los huesos.
Durante todo ese tiempo, tanto ella como Dionisio habían estado en la total ignorancia.
El director suspiró, bajando la voz.
-Ustedes estaban muy ocupados en ese tiempo, así que la señora no quiso distraerlos con estos problemas. Dijo que ya era bastante bueno poder seguir viva, que no quería que tú tuvieras que ir a suplicarle favores a la familia Lines.
El dolor le apretó el pecho a Rosana hasta dejarla sin aliento.
Con los ojos rojos, murmuró:
-Entiendo. No le diga que yo sé de esto.
Si Flora quiso ocultarlo, entonces ella fingiría no saber nada.
Quizá, pensó Rosana, Flora no quería piedad en este momento.
Sin decir más, Rosana se alejó del cuarto de tratamiento y volvió a la habitación del piso de arriba.
Fue justo entonces cuando el teléfono de Román empezó a sonar. Rosana contestó de inmediato.
-¿Por qué no me dijiste nada desde el principio?
-Eso es asunto privado de la paciente. No podía contarte. Pero ahora ya lo sabes, ¿o no? Aunque, la verdad, me
decepcionas un poco. Solo viniste a buscarme por otra persona. Pero bueno, igual me da gusto que pienses en mí cuando tienes un problema.
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21.08
ROJEZUI
Rosana trago saliva, conteniendo la rabla que le hervía por dentro.
De verdad no hay ninguna forma de reducir el dolor sin afectar el efecto del tratamiento?
-Manita, en este mundo casi nunca se puede tener todo lo que uno quiere. Yo creo que Flora lo tiene muy claro. La admito mucho por la decisión que tomo.
Rosana no pudo evitar sentirse aún más frustrada.
-Voy a buscar la manera de lograrlo. No me voy a quedar de brazos cruzados.
-Nunca creí que te preocuparas tanto por la familia Jurado, manita. Me da hasta un poco de celos.
La voz de Román sonaba más distante que nunca.
Rosana apretó el teléfono con fuerza.
-Es porque cuando yo estaba sola y no tenía a nadie, ellos me dieron cariño y apoyo.
Román guardó silencio unos segundos. Cuando habló de nuevo, su voz era apenas un susurro.
-Si en aquel tiempo yo hubiera estado para apoyarte, si hubiera podido encargarme de Leonor, ¿también habrías sido así de buena conmigo?
El silencio cayó entre los dos. Rosana no supo qué decir.
Después de un rato, contestó con sinceridad:
-No quiero responder a esa pregunta.
Hubo un tiempo en que ella soñó con esa posibilidad, pero ya sabía lo que había conseguido a cambio.
La voz de Román se volvió aún más apagada.
-Si me contestas de verdad, te prometo que haré que mi gente investigue una forma de que el tratamiento no duela tanto. Pero tienes que responderme de corazón.
Rosana sintió que el corazón se le partía en pedazos. Cerró los ojos con fuerza, y en su mente volvieron a retumbar los gritos de dolor de Flora.
Respiró hondo y, con la voz quebrada, soltó:
-La verdad, ni yo lo sé.