Sabrina se quedó unos segundos en silencio, aturdida, antes de entender lo que Hache le había preguntads -Esa pregunta… mejor te la contesto cuando salgas de aquí murmuró ella, casi en susuno.
-Está bien–respondió Sebastián, cerrando los ojos con resignación.
Media hora después, el eco de unas pisadas apuradas retumbó en el pasillo.
Sabrina pensó que era Daniela quien llegaba.
Levantó la cabeza, pero en vez de ver a Daniela, reconoció una silueta alta y firme que se acercaba rápido hacia ella.
-¿Gabriel Castillo? -Sabrina no pudo ocultar su sorpresa-. ¿Tú qué haces aquí?
Su celular se había quedado en el carro; apenas había alcanzado a llamar a Daniela, no le había avisado nada a Gabriel.
Sin embargo, Gabriel llegó incluso antes que Daniela.
¿Será que Daniela le avisó a Gabriel?
El rostro de Gabriel mostraba preocupación.
-Sabrina, ¿estás bien?
-Estoy bien, solo son unos rasguños–contestó ella con voz tranquila.
Gabriel bajó la mirada y fijó sus ojos en el dedo herido de Sabrina; su expresión cambió sutilmente.
-Sabrina, te cortaste la mano. Hay que desinfectar y vendar eso ya.
Solo entonces Sabrina recordó que, en el apuro de salvar a Hache, su mano -tan vital para ella- se había lastimado con los vidrios rotos.
Dudó un instante.
Gabriel notó su vacilación de inmediato.
-Sabrina, no te preocupes. Estoy aquí, puedes ir tranquila. Si pasa algo con Hache, yo me encargo.
Sabrina lo pensó un momento y luego asintió.
Confiaba en Gabriel; de eso no tenía duda.
Mientras la atendían y le curaban la herida, Daniela y Marcelo llegaron al hospital.
Daniela se quedó con Sabrina ayudándole a ponerse el medicamento, mientras Marcelo se quedó afuera del quirófano, junto a Gabriel, para atender cualquier asunto de la operación de Hache.
Cuando Daniela llegó, Sabrina preguntó:
-¿Cómo está Hache? ¿Hay riesgo de que le pase algo grave?
Daniela venía bajando del quirófano del segundo piso.
-No está en peligro de muerte, pero perdió mucha sangre. Además, el golpe le afectó los órganos, así que va a necesitar tiempo para recuperarse.
Sabrina suspiró aliviada.
-Lo bueno es que no hay peligro para su vida.
Daniela vio la mano vendada de Sabrina y frunció el ceño.
-¿Y tú? ¿Tu mano está bien?
-Ya me revisó el doctor, solo fue un corte con el vidrio, nada grave. Con cuidado me recupero. No me va a afectar para la competencia -aseguró Sabrina.
Daniela no púdo evitar regañarla:
-¿Todavía piensas en la competencia? ¿No ves la situación? Lo importante es que estás bien, lo demás puede esperar.
15.90
Después de más de una hora, terminaron de curar todas las heridan de Sabrina
La cirugía de Hache seguía sin terminar.
Al ver que Sabrina en verdad estaba fuera de peligro, Daniela por fin pudo relajarse.
-Sabrina, ¿qué fue lo que pasó? ¿Cómo terminaste en ese accidente?
Antes de que Sabrina pudiera contestar, Gabriel intervino:
-Fueron los hombres de Julio. Los que mandé para que la cuidaran, Julio los distrajo con su carro.
Al decir esto, Gabriel miró a Sabrina, y su voz sono cargada de culpa.
-Perdóname, Sabrina. No estuve a la altura.
Sabrina negó con la cabeza.
-Si Julio logró distraer a los tuyos, es porque ya sabía que había gente protegiéndome. Seguro tenía todo planeado Aunque pusieras a más personas, igual hubieran encontrado la forma de atacar.
Tener protección no es garantía de nada. Si hasta al presidente lo pueden atacar con tantos guardaespaldas, ¿qué no podrían hacer con nosotros si van con todo preparado?
Daniela se mostró incrédula.
-¿Julio? ¿Solo por lo de la vez pasada ya quiere matar así, a plena luz del día? Ese tipo está completamente desquiciado.
-Hoy tuvimos suerte de que Hache reaccionó rápido -comentó Sabrina, recordando todo-. Si no fuera por él, no la contamos.
No los seguía solo un carro. Eran varios. La decisión de Hache de chocar a esos tipos fue lo único que los salvó.
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