Capítulo 759
Los ojos oscuros de Sebastian se entrecerraron apenas; observaba el perfil concentrado de la mujer, y por alguna razón. sintió como si el tiempo se detuviera un instante.
Las llamas a su alrededor crecían cada vez más, y Sabrina comenzó a toser fuerte, ahogada por el humo.
Entonces, Sebastián rompió el silencio.
-Ya basta, rindete. Si no te vas ahora, vas a morir aquí conmigo.
ོ ཇ ༑ ཋ ྃ་
La cara de Sebastián, iluminada por el fuego, parecía incluso más atractiva, sin rastro del desastre del accidente.
Sabrina se detuvo apenas un segundo y replicó, con voz apurada:
-No sigas hablando y no me distraigas, que no hay tiempo para perder.
Aunque, en el fondo, no era ella la que se distraía, sino él.
Las llamas crecían y Sabrina se movía con una urgencia creciente. Sus ojos, enrojecidos, delataban la angustia. Cada vez que intentaba liberarlo, la herida en su mano sangraba más y más.
Pero su expresión ni siquiera tembló: estaba decidida. Si no lograba sacarlo de allí, prefería quedarse y morir junto a él
De repente, el cinturón de seguridad cedió y se rompió.
Sabrina se quedó unos segundos paralizada, sin entender lo que había pasado.
-Ya abriste el cinturón -dijo Sebastián, empujando la puerta deformada del carro-. ¿Qué esperas? ¡Corre, que esto va a explotar!
Apenas alcanzaron a alejarse cinco metros cuando una explosión ensordecedora sacudió todo a sus espaldas.
El carro en llamas explotó.
El color se desvaneció del rostro de Sabrina. Solo en ese momento, cuando todo había pasado, sintió el verdadero miedo.
El corazón le latía con fuerza descontrolada y le costaba respirar.
Si se hubiera tardado treinta segundos más, de verdad habría muerto allí.
Ayudó a que Sebastián se pusiera a salvo, y luego se desplomó sobre la hierba, jadeando, tratando de recobrar el aliento.
Pasaron varios minutos hasta que logró calmarse.
La camisa blanca de Sebastián estaba empapada en sangre, aunque Sabrina no tenía idea de dónde ni cuán graves eran sus heridas.
Ambos habían dejado sus celulares en el carro, así que no podían pedir ayuda,
Además, ese camino era tan solitario que, en todo ese tiempo, no había pasado ni un solo carro. Encontrar a alguien que los auxiliara parecía imposible.
Sabrina le habló a Sebastián:
-Espérame aquí, voy a buscar ayuda.
Sebastián asintió con la cabeza.
El tiempo pasó. Sebastián esperó y esperó.
Esperó tanto que empezó a pensar qué Sabrina se habría ido primero al concurso, dejando que Daniela viniera a argarse de él.
Era capaz de arriesgarlo todo para salvarlo, pero para ella, la música que amaba quizá valía más que cualquier vida, incluso la suya.
Eso
no le importó demasiado a Sebastián; a decir verdad, ni siquiera sintió decepción.
Después de todo, así es la vida.
Y él tampoco podía considerarse una buena persona. Había ayudado a Araceli tantas veces, pero siempre con segundas
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Capítulo 759
Intenciones.
Se mantenia cerca de ella solo para aprovechar la ocasión y armar algún lío, buscando algo que llenara el vacio de su vide
La última vez, incluso le puso una trampa a Sabrina, pidiéndole que comprara votos para un concurso.
Pero ella ni siquiera lo dudó y lo rechazó de inmediato.
Sabrina y Araceli eran completamente distintas.
Pudiendo elegir el camino fácil, Sabrina prefería esforzarse y trabajar duro,
Sebastián pensaba que eso era de lo más absurdo.
Tal como ahora: pudo haberlo dejado allí y salvarse, pero insistió en sacarlo del carro.
¿Y si no lo lograba? ¿Si los dos terminaban muertos?
No podía admirar ese tipo de comportamiento.
Sin embargo, por alguna razón, la imagen de Sabrina arriesgando su vida para salvarlo volvía a su mente una y otra vez
Después del accidente, aunque resultó herido, nunca perdió el conocimiento.
En realidad, estuvo fingiendo todo el tiempo.
Incluso el cinturón de seguridad, en verdad, no lo tenía atascado; todo fue una farsa,
Ni él mismo entendía por qué había hecho eso.
Quizá fue solo por diversión, una idea repentina que le pareció entretenida.
Nunca le había dado importancia a su propia vida. Ya había jugado demasiadas veces con la muerte.
Y nunca había salido perdiendo.
Tal vez, como decían algunos, tenía la suerte del que nunca se quiebra.
La vez anterior, fingió que lo atropellaban solo para acercarse a Sabrina. Ahora, hasta el estallido del carro no le quitó el sueño.
intenciones.
Se mantenia cerca de ella solo para aprovechar la ocasión y armar algún lio, buscando algo que ferara el vacío de evide
La última vez, incluso le puso una trampa a Sabrina, pidiéndole que comprará votos para un concurso,
Pero ella ni siquiera lo dudó y lo rechazó de inmediato.
Sabrina y Araceli eran completamente distintas.
Pudiendo elegir el camino fácil, Sabrina prefería esforzarse y trabajar duro.
Sebastián pensaba que eso era de lo más absurdo.
Tal como ahora: pudo haberlo dejado allí y salvarse, pero insistió en sacarlo del carro.
¿Y si no lo lograba? ¿Si los dos terminaban muertos?
No podía admirar ese tipo de comportamiento.
Sin embargo, por alguna razón, la imagen de Sabrina arriesgando su vida para salvarlo volvía a su mente una y otra vez. Después del accidente, aunque resultó herido, nunca perdió el conocimiento.
En realidad, estuvo fingiendo todo el tiempo.
Incluso el cinturón de seguridad, en verdad, no lo tenía atascado; todo fue una farsa.
Ni él mismo entendía por qué había hecho eso.
Quizá fue solo por diversión, una idea repentina que le pareció entretenida.
Nunca le había dado importancia a su propia vida. Ya había jugado demasiadas veces con la muerte.
Y nunca había salido perdiendo.
Tal vez, como decían algunos, tenía la suerte del que nunca se quiebra.
La vez anterior, fingió que lo atropellaban solo para acercarse a Sabrina.
Ahora, hasta el estallido del carro no le quitó el sueño.