Capítulo 758
Solo de pensarlo, Aracell sentía una emoción indescriptible recorriéndole el cuerpo.
La habilidad de Hache al volante superaba todo lo que Sabrina hubiera imaginado.
Eso de “morir en el intento” no era ninguna broma cuando salía de su boca.
En cuestión de segundos, los carros que los perseguían se lanzaron contra ellos, chocando entre sí en medio de la persecución.
Algunos incluso estallaron, levantando llamaradas que iluminaron la noche como si fuera pleno día.
Gracias al impresionante manejo de Hache, lograron dejar fuera de combate a la mayoría de los carros enemigos.
Pero los que los perseguían no iban a rendirse. Venian decididos a acabar con ellos, sin mostrar piedad.
El carro de Sabrina pronto quedó hecho trizas tras tanto embate.
Hache, por su parte, también salió muy lastimado.
Cuando por fin lograron dejar atrás a todos los perseguidores, Sabrina soltó un suspiro de alivio.
Sin embargo, en el último choque, Hache giró el volante bruscamente hacia su lado para evitar que Sabrina recibiera el impacto.
-¡Crash!–
El carro giró varias veces en el aire, como si fueran títeres lanzados por una mano invisible.
Al final, terminó volcado en el suelo.
El carro de Sabrina, aunque modificado y con buen rendimiento, no pudo evitar los daños.
Aun así, la destreza de Hache fue lo único que evitó una tragedia peor.
A pesar de que el vehículo quedó destrozado, Sabrina solo tenía algunos raspones leves, nada de gravedad.
Pero Hache permanecía en el asiento del conductor, inconsciente.
Su brazo estaba cubierto de sangre por los cortes que le provocaron los pedazos de vidrio. Su camisa blanca ahora lucía manchada de rojo.
Incluso tenía heridas en la cara y la frente.
Sabrina intentó despertarlo con desesperación.
-¡Hache, Hache! ¡Despierta, por favor!
Pero Hache no respondía. Ni un movimiento, ni un sonido.
El aire estaba cargado con el olor punzante de la gasolina y algo quemado.
Sabrina sintió un escalofrío recorriéndole la espalda.
¿Acaso el carro iba a prenderse en llamas?
Rápida, desabrochó su cinturón de seguridad y, con esfuerzo, salió del vehículo a rastras.
Tal como temía, el tanque de gasolina tenía una fuga y la parte trasera del carro ya ardía con pequeñas llamas que iban creciendo.
¡El carro se estaba incendiando!
No había tiempo que perder; podía explotar en cualquier momento.
Sabrina no pensó más. Corrió hacia el lado de Hache, abrió la puerta y trató de quitarle el cinturón de seguridad.
Pero el cinturón estaba atorado por los hierros retorcidos de la cabina. No importaba cuánto jalara, no lograba sacarlo,
El humo era cada vez más espeso y el calor subía como si estuvieran en el mismísimo infierno.
Gotas de sudor caían de la frente de Sabrina, aterrizando sobre la cara de Hache.
1/2
15:28
Capitulo 700
En ese momento, las largas pestañas de Hache se movieron apenas y poco a poco, abrió los ojos.
Al verlo despertar, Sabrina sintió un rayo de esperanza.
-Hache, el cinturón te tiene atrapado. Intenta moverte, ¿puedes hacer algo?
Hache miró a su alrededor. Por un instante, sus ojos estaban perdidos, pero enseguida entendió el peligro en el que
estaban.
-Vete primero -dijo con voz ronca, como si hubiera tragado humo-. No te preocupes por mí.
Sabrina frunció el ceño y le replicó:
¿Cómo se te ocurre? ¡Todo esto te pasó por mi culpa! Ni loca te voy a dejar aquí.
Hache esbozó una mueca amarga.
-El carro va a explotar, Sabrina. Aquí es demasiado peligroso. Sal de una vez, no quiero que te pase nada a ti por mi culpa
Pero Sabrina no iba a perder más tiempo discutiendo.
Se puso a buscar algo afilado para cortar el cinturón.
Al bajar la vista, vio en el suelo varios fragmentos de vidrio.
Agarró el pedazo más grande y comenzó a cortar el cinturón con manos temblorosas por la urgencia.
El filo del vidrio le hizo un corte en los dedos, tiñendo de rojo el cristal y dejando un rastro de sangre en su palma. Pero ella ni se dio cuenta.
El sudor le escurría hasta los ojos, provocándole ardor y una sensación de hinchazón que la obligaba a parpadear con fuerza.