-No estoy muy segura, tal vez se trate de un malentendido absurdo, algo de esos enredos dignos de telenovela.
-Pero todo eso no importa, si tienen algún interés oculto, tarde o temprano dejarán ver la hilacha:
-Quien pierda la calma primero, pierde. Mejor esperamos tranquilos.
Cuando Araceli regresó, vio que Sebastián ya estaba compitiendo con Thiago en carreras de caballos.
La destreza de Sebastián en equitación y tiro era mucho mayor que la de Rocío.
Thiago lo miraba con una admiración que no podía ocultar.
La fascinación y el aprecio que sentía por Sebastián se notaban a simple vista.
Araceli los observó y no pudo evitar sentir un temblor interno.
Recordó cuánto esfuerzo le había costado ganarse el cariño de Thiago.
Y ahora, Sebastián apenas había visto a Thiago unas cuantas veces y ya ese niño lo adoraba como si fuera su héroe.
Además, hacía un momento Sebastián la había mandado a saludar a Eva, ¿qué quiso decir con eso?
¿Sospechaba algo, o fue pura casualidad?
Con Sebastián, Araceli no se atrevía a confiarse ni un segundo.
Quiso acercarse a preguntarle.
Pero Sebastián no se despegó de Thiago en toda la tarde, así que Araceli no encontró el momento.
La inquietud la carcomía, hasta le quitó las ganas de ir tras André.
Después de todo, André podía esperarla en cualquier momento.
Pero sin la ayuda de Sebastián, sería como cortarse un brazo… No, peor, sería como quedarse sin las dos manos.
Sebastián era peligroso, sí, pero la ayuda que le brindaba era real.
Si no fuera por él, su “enfermedad” ya habría quedado al descubierto hace mucho.
A lo lejos, Sabrina notó que Araceli no venía a buscar a André, sino que cada vez se acercaba más a donde estaban Thiago y Sebastián.
-André, creo que tu amor verdadero está a punto de cambiar de equipo -comentó Sabrina, levantando las cejas.
Sabrina se dio cuenta de que Araceli no le quitaba el ojo de encima a Hache.
¿La razón? Imposible saberlo.
Aunque, con lo que le gustaba a Araceli llamar la atención y su costumbre de no aceptar ni rechazar del todo a nadie, capaz que solo estaba “pescando” a ver quién caía.
André también notó la escena y su mirada se volvió más oscura.
Llevaba tiempo preguntándose cómo alejar a Hache de Sabrina.
El movimiento de Araceli le dio una idea.
Araceli lo acosaba tanto, que Sabrina había empezado a malinterpretar las cosas.
Y Hache… bueno, él se acercaba a Sabrina con segundas intenciones.
¿Por qué no… hacer que esos dos acabaran juntos?
Sin embargo, apenas se le ocurrió la idea, André la desechó de inmediato.
Era una jugada muy baja.
¿Y si Araceli en verdad no quería saber nada de Hache? ¿No terminaría dañándola a ella solo por sus propios celos?
No podía ser tan egoísta con Araceli.
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Si de buscar a alguien que la culdara se trataba, debería ser Fabián su primera opción, no ese Heche que nadie tabi ide donde habla salido,
Eso era si Araceli estaba con alguien más, dejaría de estar tan pendiente de él.
Sabrina, al ver que André no respondía, se giró para mirarlo de frente.
El mantenía la mirada fija en la dirección donde estaban Araceli y Hache, sus ojos tan profundos que parecían no tener fondo..
No era una mirada de esas de novela romántica.
Más bien, era la clase de mirada que te daba escalofríos, como si estuviera tramando algo turbio.
Durante el resto del día, Hache no fue a buscar a Sabrina ni a hacerse notar a su lado. Prefirió quedarse con Thiago, acompañándolo en todos los deportes posibles.
En solo un día, Hache se ganó por completo a Thiago.
Incluso quedaron en que, la próxima vez, volverían a jugar juntos.
so
Sabrina pudo ver de primera mano el talento impresionante de Hache para los deportes.
Pero André
su expresión empeoró con cada minuto que pasaba.
Por más que se cuidó, no pudo evitar que Hache se exhibiera como un pavo real.
Para André, ese comportamiento era de lo más despreciable.
Hache no era diferente a los chicos de los clubes nocturnos, esos que se desviven por complacer a las mujeres buscando propina o algo más.