-Este hombre tampoco está nada mal, ¿eh? Además, se le da genial el tiro con arco.
-Si no fuera porque el primer premio solo es para uno, capaz y
él también se lo ganaba.
-Yo escuché a ese niño llamar “mama” a esa mujer tan guapa… De verdad, parece tan joven que nadie creería que ya tlene hijos, uno pensaría que ni siquiera está casada.
-Y los dos tipos más guapos le dieron regalos. ¡Qué envidia!
Por un momento, todos comentaban de todo un poco, pero la mayoría pensaba que Sabrina y André eran pareja, más que nada porque ya tenían un hijo.
Sabrina miró el regalo que André le ofrecía, pero su expresión era educada y distante.
-Gracias, pero no hace falta, mejor dáselo a Thiago.
El rostro de André cambió de inmediato.
Ella sí aceptó el regalo de Hache, pero lo rechazó a él.
Y lo hizo frente a tanta gente, aun sabiendo que él era el papá de su hijo, sin darle ni un poquito de consideración.
Un enojo difícil de explicar comenzó a arderle por dentro.
No era solo porque Sabrina lo hubiera dejado en evidencia.
Era porque, en el corazón de Sabrina, él ni siquiera importaba tanto como ese tal Hache, que acababa de aparecer de la nada.
André estaba a punto de decir algo, pero Eva se adelantó, sonriendo:
-Thiago, tu mamá ya tiene tantos premios hoy que ni puede con todos. Deberías ayudarle a cargar.
A los niños les encantan los premios, así que Thiago se apresuró a tomar el paquete.
-¡Sí, yo le ayudo a mamá!
Sabrina miró a Eva con una mirada profunda, pero no dijo nada más.
Mientras tanto, Rocío primero elogió a Hache y luego se dirigió a Sebastián:
-Hache, ¿tienes un rato después? Me gustaría retarte unas rondas de tiro a caballo.
Sebastián respondió con un tono seco:
-Lo siento, señorita Hoyos. Yo vine aquí a trabajar, no a jugar.
La sonrisa de Rocío se quedó a medias. Entonces recordó que había dejado a Sabrina de lado y, retomando la compostura, le habló con cortesía:
-Señorita Ibáñez, ¿le molestaría que me lleve a Hache un momento?
Por la actitud de Hache, Sabrina ya había notado que él prefería no acercarse demasiado a Rocío.
La verdad, Sabrina no sentía ni simpatía ni rechazo por Rocío, solo le era indiferente.
Hache le había salvado la vida, así que ella estaba dispuesta a sacarlo del apuro.
-Señorita Hoyos, disculpe, pero Hache tiene que enseñarle a Thiago a tirar con arco en un rato. Me temo que no va a poder acompañarla.
La sonrisa de Rocío se fue apagando, pero tampoco insistió.
-Vaya, pues será para la próxima, entonces.
No se puso pesada y, con una despedida amable, se marchó en seguida.
Como toda hija de familia importante, jamás haría una escena para perder la dignidad.
Eva, al ver la situación, también se despidió.
Thiago, ajeno a todas las tensiones de los adultos, preguntó con curiosidad y sorpresa:
1/2
7.23
Papa, ¿cómo que viniste?
El señor Sebastián dijo que su papá estaba de mal ánimo, así que él pensó que no iba a venir.
Aunque André no era alguien que actuara solo por impulso, contestó con tranquilidad:
-Me contaron que andas practicando tiro, y hoy que tuve tiempo libre, quise venir a enseñarte un poco.
Thiago se quedó pasmado.
-¿Tú también sabes tirar?
-Por supuesto.
-¿Y eres tan bueno como el señor Sebastián?
André le lanzó una mirada a Hache.
-¿Por qué no lo comprobamos con una competencia?
Sebastián puso cara de que no le hacía gracia la idea.
-¿Competencia? Mejor déjalo así, ¿no?
あ
André no solía buscar pelea con nadie, pero no quería que Sabrina pensara que él era menos que Hache.
Con voz cortante, le soltó:
-¿Qué, te da miedo?
A
Capi