Al día siguiente, André volvió a esperar frente al edificio de Sabrina)
La noche anterior, ya habla confirmado con Thiago que hoy Sabrina lo llevaría al club deportivo para practicar tiro al blande
No llevaría a Romeo, solo estarian ellos dos.
André con ganas de reconquistarla, no iba a dejar pasar esta oportunidad de oro.
Terminó todo su trabajo la noche anterior, asi que pudo llegar temprano y esperar en la entrada.
Ni siquiera le contó a Thiago.
Thiago todavía era un niño y no sabía guardar secretos, André temía que el niño soltara la lengua y Sabrina cambiara de planes.
No pasó mucho tiempo antes de que dos figuras, una grande y otra pequeña, salieran por la puerta principal.
Era Sabrina con Thiago.
André respiró un poco más tranquilo, a punto de acercarse, pero de pronto vio salir también a alguien más, alto y con porte elegante.
André se quedó clavado en el sitio.
Sabrina y Thiago no lo notaron.
Thiago, mirando hacia atrás, preguntó animado:
-Señor Sebastián, ¿si sabe disparar?
El hombre sonrió:
-El tiro al blanco y los dardos no son tan diferentes. Estos días he practicado un poco, no creo que tenga problema.
Thiago llevaba un tiempo practicando tiro con Sabrina, así que se emocionó aún más:
-¡Entonces quiero competir con el señor Sebastián!
La impresión de Thiago hacia Sebastián Fonseca era excelente.
La última vez en el club deportivo, Sebastián lo ayudó a encontrar el amuleto de su mamá y lo llevó de regreso a casa. Incluso le prestó su chaqueta para que no se mojara bajo la lluvia.
Thiago no soportaba a Romeo y, por eso mismo, tampoco le caía muy bien el señor Castillo.
En cambio, aunque no había convivido mucho con Hache, le tenía un cariño especial.
Sebastián le respondió:
-Claro, compitamos, pero… no creas que te voy a dejar ganar.
Thiago se entusiasmó aún más:
-¡No necesito que los adultos me den ventaja!
Sabrina también le habló a Sebastián:
-Hache, hoy te encargo mucho.
Sebastián le sonrió:
-Después de la deliciosa comida de la señorita Ibáñez, lo menos que puedo hacer es ayudar.
Mientras decía eso, levantó la bolsa que llevaba en la mano.
-Comí tan rico y hasta me llevé algo, ¿cómo no voy a ayudarles?
Thiago no solía quedarse en casa de Sabrina, así que ella no quería que comiera comida rápida o para llevar todo el tiempo.
Esa mañana, Sabrina se levantó temprano para prepararle una cena bien completa a Thiago.
Justo en ese momento, Hache llegó a dejarle unas cosas a Daniela, así que Sabrina lo invitó a desayunar y hasta preparó más bocadillos.
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Sabrina no dijo nada más.
Los tres salleron del edificio, pero de repente se toparon con la ngura de André parado a un lado.
Thiago se quedó sorprendido.
Papa, que haces aquí?
El semblante de André estaba tenso y su voz soño muy áspera.
-¿Qué pasa? No puedo venir? Apenas pasaste una noche con tu mamá y ya te olvidaste de tu papá, to qué?
Sabrina arrugó la frente, lista para responder, pero Hache se adelantó.
-Señor Carvalho, por muy mal que esté usted, no tiene derecho de desquitarse con el niño.
Ver a Sebastián salir de la casa de Sabrina en la mañana, los tres platicando y riendo como si fueran una familia, le revolvía el estómago a André.
¿Por qué siempre había tanto “bicho” alrededor de Sabrina?
André lanzó una mirada despectiva a Sebastián:
-Yo soy el papá, hablo con mi hijo si quiero. Tú eres un extraño, no tienes por qué meterté.
Sebastián no se alteró, seguía con esa sonrisa tranquila:
-Señor Carvalho, no estoy de acuerdo. Cuando la señorita Ibáñez y Thiago hablan, la señorita Araceli tampoco se queda callada.
Usted dice que yo soy un extraño y no tengo derecho a opinar, pero entonces, ¿por qué ella sí puede hacerlo?