Hasta que Sabrina se marcho, André seguía aturdido, como si su mente hubiese quedado varada en algún punto del pasado.
Antes, siempre podía consolarse pensando que Sabrina solo estaba enojada, que después del concierto de Aracell, la buscaria, hablarian, y ella terminaría regresando. Se repetia que, al final, aún tenían un hijo juntos. Nadie conocía mejor que él cuánto le importaba Thiago Carvalho a Sabrina.
No podía creer que, siendo la madre de Thiago, Sabrina fuera capaz de dejarlo así nada más.
Péro André no podía ignorar que le debía mucho a Sabrina por todo lo que había pasado con Araceli.
En algún momento, se convenció de que Sabrina era su esposa, su compañera, y que cualquier sacrificio que ella hiciera era algo natural. Pensaba que un par de resentimientos no importaban tanto. Al fin y al cabo, Araceli era una extrañia. Prefería deberle a Sabrina que tener otra deuda con Araceli.
Así que, cuando terminara todo lo de Araceli, compensaría a Sabrina. Estaba seguro de que medio año pasaba rápido y que ella podría aguantar.
Sin embargo, cuando uno se acostumbra a descuidar a alguien, termina creyendo que cada concesión es lo normal, que todo lo que la otra persona hace por uno es un hecho incuestionable.
Cuando André por fin reaccionó, salió a buscar a Sabrina y la encontró justo cuando Gabriel revisaba su muñeca.
Ninguno de los dos se percató de que André estaba cerca.
Escuchó la voz de Gabriel, cargada de culpa:
-Sabrina, perdón, te lastimé sin querer… ¿Por qué no vamos al hospital a que te revisen? No vaya a ser que te afecte para la competencia. Ahora necesitas que tus manos estén perfectas.
-No te preocupes -respondió Sabrina, su voz tranquila, muy distinta al tono cortante y molesto que usaba con André-. No me lastimé el hueso.
-Pero tienes todo el muñeca morado -insistió Gabriel.
-Fue solo un golpe, además, tampoco fue tu culpa.
Gabriel recordaba haber sentido algo raro y de inmediato la soltó. Además, ni siquiera la había jalado tan fuerte. -Aunque no haya sido yo, todo esto pasó por mi culpa. Yo también tengo que asumir responsabilidad -dijo Gabriel.
Sabrina le sonrió, quitándole peso al asunto:
-Casi me caigo hace un rato. Si no fuera porque me detuviste a tiempo, seguro que habría terminado en estaría mucho peor.
André sintió un vuelco en el pecho.
¿Entonces… todo lo que pensaba había sido un malentendido?
Vio claramente la marca morada en la muñeca derecha de Sabrina.
el suelo y la mano
Esa marca, la había dejado él mismo, sin darse cuenta, momentos antes, cuando perdió el control de sus emociones. Sabía lo importante que eran las manos para una violinista como Araceli, y Sabrina no era distinta. Sin querer, él siempre terminaba lastimando lo que más valoraba.
Sintió que las piernas le fallaban y ya no pudo dar un paso más.
Al final, Sabrina no logró convencer a Gabriel y terminaron yendo al hospital.
Después de examinarla, el médico confirmó que ambas manos estaban bien, sin lesiones graves. Gabriel, por fin, pudo respirar tranquilo.
-Sabrina, ya es tarde. Déjame llevarte a casa. Romeo Castillo se va conmigo. Estos días descansa, no te llenes de preocupaciones. Si surge algo que no puedas resolver, llámame sin dudar -dijo Gabriel, bajando la voz al final. -Aunque tengo gente cuidándote sin que lo notes, igual tienes que andar con cuidado cuando salgas.
18:38
Sabrina asintió con un gesto
Romeo, aunque parecia que no quería separarse, fue muy educado al despedirse
Señorita Sabrina, mucha suerte en la competencial
Sabrina le devolvió la sonrisa y después se llevó a Thiago de regreso a casa.
Thiago, por su parte, le pidió si podía quedarse con ella un par de días. Sabrina aceptó.
Con la competencia y el concierto tan cerca, apenas le quedaba tiempo libre, pero, al final de cuentas, Thiago era su hijo. Además, Thiago ya no era tan caprichoso como antes, y ni en el fondo de su corazón podía negarlo.
Al subir, Thiago se puso a recorrer el apartamento de Sabrina con curiosidad, observando todo como si fuera la primera vez
Capitulo 736