Gabriel no volvió a tocar ningún tema que pudiera incomodar a Sabrina.
La mayoría del tiempo platicaron sobre su competencia y sobre el concierto que estaba por venir.
El tiempo volo y pronto llegó la hora del almuerzo. El grupo eligió un restaurante tipo buffet para comer.
Durante toda la comida, Gabriel estuvo pendiente de todos, ayudando a traer vasos y cubiertos, sirviendo agua y refrescos para los demás.
Thiago no podía dejar de mirar, completamente sorprendido.
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Mientras Sabrina y Romeo se levantaban para servirse más comida, Gabriel se acercó a Thiago con una sonrisa.
-Thiago, ¿por qué me miras así?
Thiago desvió la mirada, nervioso.
-No… no pasa nada.
Gabriel enseguida captó lo que pasaba por la cabeza del niño y sonrió tranquilo.
-Dime una cosa, ¿cuando comes con tus papás, la que siempre anda para arriba y para abajo sirviendo a todos es tu mamá, cierto?
Thiago se quedó pensando unos segundos, pero al final asintió.
-Sí.
-¿Y tú qué crees? ¿A tu mamá le gusta más estar ocupada, o preferiría que alguien la consienta y la cuide un poco?
Thiago meditó la respuesta y murmuró bajito:
-Creo que… le gustaría que la cuiden.
Una verdad tan sencilla que hasta un niño de cinco años la entendía.
Gabriel volvió a sonreír.
-Thiago, ¿te has dado cuenta de que desde que tu mamá y tu papá se separaron, ella ha cambiado mucho? Ahora se ve más genial, como si brillara con luz propia.
Thiago asintió de nuevo.
Gabriel preguntó entonces:
-Si pudieras escoger entre la mamá de antes y la de ahora, ¿con cuál te quedarías?
El niño se quedó con cara de duda.
La mamá de antes lo cuidaba todo el tiempo, y claro que le gustaba, hasta deseaba que su mamá fuera como antes. Pero la de ahora, aunque le parecía un poco desconocida, le sorprendía y también le gustaba mucho.
Thiago se quedó callado largo rato, sin poder decidirse.
Al final, preguntó en voz baja:
-¿Puedo escoger a las dos?
Gabriel negó con una sonrisa.
-No se puede, solo puedes quedarte con una. No seas goloso.
Thiago pensó un rato, muy serio. Al fin respondió:
-La mamá de ahora.
A Gabriel no le sorprendió en absoluto.
Las personas siempre admiran a quienes se superan, y en los niños eso es aún más directo.
Thiago agregó:
-Apenas me estoy dando cuenta de que mi mamá puede hacer de todo: habla otros idiomas, toca el violín y hasta sabe
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pintar. Aunque ya no me consiente como antes, me parece que ahora es más feliz que antes. Por eso, prefera
de ahora. Ya estoy grande, puedo cuidarme solo, así que prefiero que mi mamá esté contenta
Gabriel se quedó perplejo.
Siempre penso que Thiago era un niño mimado, pero no esperaba que fuera tan maduro.
Mirándolo fijo, Gabriel le dijo:
-Si te gusta más la mamá que tienes ahora, entonces no deberías querer que tu papá y tu mamá vuelvan a estar juntos. Si regresan, tu mamá podría volver a ser como antes y dejar de estar contenta. ¿No te gustaría verla triste otra vez, cierto?
Thiago asintió sin pensarlo, aunque sentía que algo no cuadraba.
Pero antes de que pudiera entender qué era, Sabrina regresó junto con Romeo.
Sabrina traía en la bandeja algunos de los platillos favoritos de Thiago.
Los ojos del niño se iluminaron. Ya no actuó como antes, dando todo por sentado, sino que dijo.
-Gracias, mamá.
Sabrina le sonrió.
-Come, mi amor.
Después del almuerzo, los cuatro siguieron paseando y disfrutando del día.
André llegó en ese momento, cuando todos estaban todavía en el lugar.
Usando el localizador del reloj de Thiago, logró ubicarlos.
Caminó hasta la orilla de un lago y ahí, entre el bullicio, vio a Sabrina.
Se detuvo, el corazón le latía fuerte, y justo cuando pensaba acercarse, vio a Sabrina y a Gabriel… jabrazados!