usto en ese momento, el carrusel comenzó a girar.
A André lo detuvo uno de los encargados del parque.
Gabriel, al darse cuenta de lo que pasaba, le agitó la mano a André, con darle un coscorron.
una sonrisa tan descarada que daban ganas de
Gabriel no retomó la conversación incómoda de antes, sino que se puso a platicar con Sabrina de otras cosas, lo que permitió que ella al fin pudiera respirar tranquila.
Cuando bajaron del carrusel, Thiago y Romeo estaban radiantes, llenos de emoción.
Ambos niños enseguida empezaron a buscar a su alrededor nuevos juegos para lanzarse a la aventura.
Gabriel, observando como Araceli no se despegaba de André ni un segundo, como si fuera su sombra, le dio vueltas a la situación un momento y luego propuso:
-Romeo, ¿no decías que querías subirte a la barca pirata? ¿Por qué no vamos ahora?
Pero Romeo, antes de responder, buscó la aprobación de Sabrina:
-Señorita Sabrina, ¿usted quiere ir a la barca pirata?
Sabrina se encontró de frente con la mirada llena de ilusión de Romeo y asintió suavemente.
Luego dirigió la mirada hacia Thiago.
-Thiago, si no quieres subirte, puedes esperarnos aquí abajo…
No alcanzó a terminar cuando Thiago la interrumpió:
-¡Yo si quiero ir!
Sabrina lo miró con atención y, al ver la decisión en su rostro, le sonrió.
-Entonces, vamos.
Antes, por culpa de Araceli, cuando salían a divertirse solo podían elegir juegos tranquilos, como paseos en bote o actividades relajadas, pero aun así, casi siempre Araceli terminaba causando algún problema.
Esta vez, Sabrina ni preguntó a André, simplemente tomó la iniciativa y llevó al grupo en dirección a la barca pirata.
André no le quitaba el ojo de encima a Sabrina. Ya había decidido que no podía permitir que Sabrina y Gabriel siguieran acercándose, así que, apenas los vio moverse, fue tras ellos.
-¿Van a subirse a la barca pirata? -preguntó André.
Sabrina ni se molestó en contestar, así que fue Thiago quien respondió:
-Sí.
Mientras hablaban, ya habían llegado a la entrada de la atracción.
André seguía justo detrás de Thiago, a punto de subir, cuando Araceli lo sujeto del brazo.
-André, ¿también vas a subirte?
Él frunció el ceño apenas.
-Sí.
Araceli miró la barca, que se balanceapa de un lado al otro, y murmuró con voz débil:
-André, creo que mi cuerpo no aguanta este tipo de juegos peligrosos…
Todavía no olvidaba que tenía que/seguir con su papel.
André la miró raro, como si no entendiera el drama.
-Si no puedes subir, entonces espéranos aquí abajo.
Araceli se quedó pasmada.
¿Me vas a dejar sola?
Antes, si ella no podía subir a un juego, André y Thiago ni siquiera volteaban a ver el juego. Ahora, la dejaban shi plantada André, distraído, apenas asintió, porque no apartaba la mirada de Sabrina y Gabriel.
Cuando vio que ambos ya iban a entrar, apresuró el paso tras ellos, sin siquiera mirar atrás.
Araceli se quedó quieta, como en shock, incapaz de creer lo que estaba pasando.
Instintivamente, fue tras el grupo, e intentó detener a Thiago justo antes de que entrara:
-Thiago, todavía eres pequeño, y tu salud no es tan buena. Esos juegos tan peligrosos… Mejor no te subas, ¿s?
A Araceli se le había vuelto costumbre sabotear lo que le gustaba a Sabrina. Si Sabrina quería algo, ella lo tenía que conseguir antes. Si Sabrina deseaba divertirse, Araceli hacía todo lo posible para impedirlo y demostrar que ella era la más importante.
Thiago, con su carita preciosa, frunció el ceño, dudando un poco.
-Pero la barca pirata ni es tan peligrosa. Además, mi salud ya está bien. Eva dice que si no hago ejercicio, me voy a poner
peor.
Hizo una pequeña pausa y miró a Araceli.
-Y también… quiero jugar con mi mamá.
El gesto de Araceli cambió de inmediato.
Abrió la boca, queriendo decir algo más, pero al ver que Sabrina ya había entrado, corrió tras ella, ansiosa por no quedarse atrás.
-Señora Vargas, mejor espérenos aquí abajo.