¡Pero si apenas llevan nada y ya andan de compras juntos!
¡André, no puedo creer que Sabrina esté usando tu plata para mantener a un tipo!
Araceli fue saliendo poco a poco de su asombro.
No hacía mucho que había hablado con Sebastián; se había desahogado con él y, gracias a sus consejos, se animó a intentar esa estrategia.
Y ahora, justo en ese preciso momento, se topaba de frente con Sabrina y Sebastián en el mismo sitio…
¿Acaso esto lo había planeado Sebastián?
¿Qué pretendía con todo esto?
Antes de que Araceli lograra descifrar qué rayos estaba tramando Sebastián, él adoptó una expresión sería, de esas que no admiten discusión.
-Señor Guerrero, yo solo soy el asistente de la señorita Ibáñez, entre nosotros todo es limpio, así que le pido que no siga inventando chismes ni regando rumores por ahí.
Fabián no pudo aguantarse y se echó à reír con descaro.
a
-¿Asistente? ¿Ese es el juego al que están jugando, o es solo parte de su show? Ya he visto muchas veces ese tipo de “relaciones“. Apenas cierran la puerta y ya están con sus jueguitos en la oficina. -chasqueó la lengua con burla-. Nunca me lo hubiera imaginado, Sabrina. Siempre tan seria, tan a la antigua, y resulta que en privado eres de las que no se queda atrás…
No terminó de hablar cuando lo interrumpieron de forma cortante
-¡Fabián, ya estuvo bueno!
El que lo frenó fue André.
La cara de André estaba tan sombría como si le hubieran puesto los cuernos, una mueca amarga que no podía ocultar.
Fabián se quedó mudo de inmediato.
Ya la había embarrado. Apenas le habían levantado el castigo y, por andar de bocón, terminó diciendo lo que no debía.
Trató de arreglarla como pudo.
-Eh… André, no te lo tomes a pecho, eh. Yo hablaba de otra persona, no de Sabrina.
Se le movieron los ojos, buscando una salida, y de repente señaló a Sebastián, acusándolo a gritos.
-¡Tú, abusivo! ¡Dime, para qué te acercaste a Sabrina, qué estás buscando! Telo advierto, aléjate de ella o no la vas a pasar bien, ¿me oíste?
Araceli se sobresaltó por la arremetida repentina de Fabián.
Sebastián se mantenía tranquilo, pero Araceli empezó a sudar frío.
Si André se llegaba a enterar de que ella y Sebastián se conocían, seguro la borraba de su vida sin pensarlo,
En cambio, Sebastián, ni se inmutó. Su cara seguía igual de calmada, sin rastro de nervios ni culpa.
Miró a Sabrina y habló, pausado:
-Señorita Ibáñez, aunque trabajo con usted porque no me quedó de otra, siempre he puesto todo de mi parte. No quiero que piense que le estoy sacando plata solo porque sí. Primero fue el señor Carvalho, que me pidió que pusiera precio y me amenazó para que me aleje de usted, Después, el amigo del señor Carvalho empezó a decir que soy un mantenido. Señorita Ibáñez, yo también tengo dignidad. Trabajo y gano mi plata con mi esfuerzo, y no siento vergüenza por eso. Pero como hombre, no puedo aceptar este tipo de humillaciones. Así que, mejor renuncio, así dejo de causarle problemas y no interfiero en su posible reconciliación con el señor Carvalho.
Ese día, Hache había llegado justo a tiempo. No solo salvó a Sabrina, sino que también la defendió y puso a todos en su sitio. Sabrina ni siquiera sabía cómo pagarle ese favor.
Y ahora, ver que por su culpa Hache recibía insultos y maltratos, le dolía todavía más.
1/2
20:38
Capitulo 716
Aunque, lo que más le pincho el orgullo fue escuchar la palabra “reconciliación” de los labios de Hache
Era tan absurdo que hasta le daba rabia.
Endureció la mirada y encaró a Fabián:
-Fabián, cuida lo que dices. Si sigues inventando cosas y dañando mi nombre, voy a publicar todo lo que has hecho en las redes y te voy a denunciar. Y tú, André….
La mirada de Sabrina cayó sobre André, tan gélida que cualquiera habría dado un paso atrás.
-Con quién salgo o dejo de salir, es asunto mío. No tienes derecho a meterte. Y hay algo que quiero que te quede claro: desde el día que nos divorciamos, jamás pasó por mi mente volver contigo. Aunque se acabaran todos los hombres del planeta, no volvería a estar a tu lado, así que deja de hacerte ilusiones. Sin ti, no me muero, solo me va mejor.
20:38 203