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Capítulo 712
Capítulo 712
-Nadie los corrige y por eso se vuelven así de desobedientes… Ay, los niños de buen corazón en la familia, los que son nobles, son demasiado tranquilos y no sirven para grandes responsabilidades.
Hernán tenía muchos hijos y nietos.
Era imposible para él cuidar de cada uno.
A su nieto mayor lo crió él mismo, pero el muchacho era demasiado apacible, aunque heredó su habilidad extraordinaria para la medicina.
El problema era que a ese nieto no le interesaban los negocios en lo más mínimo, estaba completamente entregado a la medicina, igual que lo estuvo Hernán cuando era joven.
Aunque Fidel era su hijo menor, Hernán no le dedicó tanto tiempo ni atención.
Después de que su esposa falleció, Hernán casi no volvió a la familia Castaño en más de diez años; apenas si mantenía contacto ocasional con los hijos de la familia.
Sabrina habló con franqueza:
-Hernán, con que usted no me culpe por haberle dado su merecido a Julio, yo quedo tranquila.
Hernán respondió con calma:
-Julio es el único hijo de mi tercer hijo. Su mamá casi pierde la vida dándolo a luz, así que lo cuidan como si fuera una joya. Ya le he dicho varias veces a mi tercer hijo que no sea tan permisivo, pero su esposa me mira como si yo fuera a robarle el niño cada vez que me acerco.
La verdad, ya me cansé de meterme en asuntos de los más jóvenes. Si no los educan en casa, la vida misma se encargará de enseñarles.
A Hernán no le dolía en absoluto saber que Julio estaba herido.
La familia del tercer hijo siempre le había caído mal.
Con voz suave, le dijo a Sabrina:
-Sabrina, en vez de molestarte, debería darte las gracias. Tú sí cumpliste con el deber de los mayores y le enseñaste a ese muchacho cómo debe comportarse.
Y sobre su mano, no tienes por qué preocuparte. Mientras siga respirando, con lo que saben mis hijos y nietos, lo vamos a sacar adelante.
Si algún otro despistado se atreve a meterse contigo, no dudes en hacer lo que tengas que hacer. No pienses en mí.
Si alguien te pone en aprietos, ven directamente conmigo.
-Gracias, Hernán, con esas palabras estoy tranquila -dijo Sabrina, sintiendo que por fin podía soltar el peso del día.
Luego de despedirse de Hernán, Sabrina se fue al hospital para hacerse unos exámenes.
Aunque por dentro estaba convencida de que su mano no era nada grave, prefería estar segura.
Los resultados salieron rápido. El médico revisó las radiografías y le sonrió:
-Señorita Ibáñez, no tiene ninguna fractura, solo unos raspones en el brazo. Le voy a dejar un medicamento y con eso
estará bien.
Finalmente, Sabrina pudo relajarse.
Mientras el doctor le desinfectaba las heridas, Hache fue a pagar la cuenta y a recoger las medicinas.
En ese momento, la puerta de la sala se abrió de golpe. Un joven de mirada amable y elegante entró agitado, con el corazón latiendo fuerte.
-Sabrina, me dijeron que te lastimaste la mano. ¿Estás bien?
Sabrina se sorprendió al verlo.
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Capítulo 712
-Jorge, ¿cómo supiste lo que pasó? ¿Y tú qué haces aquí?
Los ojos de Jorge Olivares brillaron un instante antes de contestar:
-Pasé por tu estudio hace un rato, iba a saludarte, y ví que se llevaban a alguien ensangrentado en ambulancia…
Pregunté y me enteré de que Julio fue a buscarte problemas.
Jorge miraba su mano con preocupación.
-¿De verdad estás bien, Sabrina?
-Solo unos rasguños, nada grave. No pasó a mayores, el hueso está bien -le aseguró ella,
Antes de llegar, Jorge ya había averiguado más o menos lo que había ocurrido.
Aunque siempre tenía una voz tranquila y serena, ahora se le notaba la rabía contenida.
-Ese Julio se pasó de la raya, ¿cómo se le ocurre ir a buscarte pleito? ¿Acaso cree que cualquiera puede venir a fastidiarte? Sabrina, quédate tranquila. Yo mismo me encargo de hacerle pagar,