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Capítulo 709
Capítulo 709
Desde aquella salida al club deportivo, Hache se obsesionó con los dardos.
Al regresar, incluso se compró un equipo especial para practicar y, cada vez que tenía un rato libre, se le veía lanzando dardos con una concentración envidiable.
Su habilidad era impresionante. Bastó un solo día de práctica para que su puntería fuera casi perfecta.
A Daniela Blasco le encantaba jugar béisbol, así que invitó a Hache a unirse a una partida.
Y, para sorpresa de todos, Hache también dominaba el béisbol con una facilidad insultante.
No importaba de qué deporte se tratara, siempre aprendía rápido.
Daniela no dejaba de alabarlo y decía que tenía un talento natural para el deporte.
Sabrina Ibáñez, entre risas, comentó:
-Muy bien hecho, mañana te aumento el sueldo.
Hache le regaló una sonrisa radiante.
-Gracias, señorita Ibáñez.
Mientras lo decía, le torció el brazo con tanta fuerza al guardaespaldas que vigilaba a Carolina Nieves, que se lo dejó inutilizado.
Aprovechando el momento, Carolina corrió hacia Sabrina.
Hache le lanzó una mirada a Julio Castaño, reconociendo el enojo en su cara.
-¿Señorita Ibáñez, de verdad vamos a dejar ir a este tipo así como si nada?
Sabrina respondió con firmeza:
-Por supuesto que no.
De algún modo, Sabrina ya tenía un bate de béisbol en la mano.
Era el mismo bate que Daniela había dejado en la entrada el día
vuelta.
rior y que le había pedido a Sabrina que se lo llevara de
Cuando Sabrina retrocedió hace un momento, ya había tomado el bate.
Si Hache no hubiera llegado a tiempo, después de usar el gas pimienta, Sabrina planeaba dejar fuera de combate al guardaespaldas con ese bate.
En su cara se mantenía una sonrisa tranquila, pero en sus ojos había una dureza helada, más cortante que el filo de un
cuchillo.
A su alrededor, los enemigos no escaseaban: había quienes querían arrebatarle todo, quienes buscaban verla caer en desgracia o quienes pretendían tenderle una trampa.
Incluso tenía enemigos que preferirían verla muerta.
Ella pensaba que Fabián Guerrero y Fidel Castaño ya eran lo peor que había conocido.
Pero Julio, justo frente a ella, acababa de redefinir lo que significaba cruzar todos los límites.
Nunca había sido partidaria de la violencia.
Sin embargo, con Julio, la paciencia se le agotó.
Podía soportar perderlo todo, menos la libertad de sus manos.
Sabrina, bate en mano, empezó a acercarse a Julio, paso a paso.
Sebastián Fonseca, viendo sus movimientos, adivinó lo que ella pretendía hacer.
En sus ojos, tan oscuros como la noche, se encendieron chispas de emoción, reflejando una energía apenas contenida.
Sintió un cosquilleo en la sangre, como si se encontrara con alguien de su misma especie, y no pudo evitar emocionarse.
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Capítulo 709
Justo cuando Sabrina estaba a punto de llegar hasta Julio, Carolina la detuvo
Julio, al ver esto, dejó escapar una sonrisa lenta y confiada
Sabía que Carolina nunca sería capaz de dejarlo atrás
Pero, para sorpresa de todos, Carolina le quitó el bate a Sabrina y le habló con voz firme.
-Sabrina, déjame a mí.
Sabrina la miró, notó la determinación en sus ojos y entendió, aunque fuera solo uff poco, lo que pretendia.
Después de pensarlo unos segundos, asintió despacio.
-Está bien.
Carolina no lo hacía por sí misma, sino por Sabrina.
Todo esto había comenzado por culpa suya.
No quería que Sabrina se manchara las manos.
Sebastián intervino:
-Ese tipo, aunque sea de la familia Castaño, todavía tiene algo de fuerza. Déjenme dejarlo fuera de combate y luego ustedes terminan el trabajo.
Carolina tenía claro que, incluso con el bate, difícilmente podría ganarle a Julio.
No dudó ni un segundo:
-De acuerdo, primero déjalo fuera de combate.
La mirada de incredulidad de Julio se posó en Carolina.
-¿En serío, Carolina? ¿Me vas a hacer esto?
Carolína, al ver su cara de desconcierto, soltó una carcajada amarga.
-¿De verdad esperas que me sienta culpable por ti? Cuando perdiste la vista, fui yo quien estuvo a tu lado, cuidándote sin protestar.
¿Te acuerdas de lo que me prometiste entonces?
Me dijiste que siempre ibas a tratarme bien.
¿Y tu idea de tratarme bien fue, cuando te pedí terminar, dejarme tirada en la calle, sin nadie a quién acudir?
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