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Capítulo 708
Capítulo 708
Sabrina suspiró aliviada y dijo con voz suave:
-Estoy bien.
Lanzó una mirada a Carolina y, en voz baja, le murmuró a Hache:
-Tráela para acá, no podemos dejar que se la lleven.
Hache esbozó una sonrisa despreocupada, como si nada de todo aquello fuera con él.
-Claro, señorita Ibáñez.
Se dirigió hacia Carolina con paso tranquilo, sin prisa alguna.
Julio, con una expresión dura, miró al otro guardaespaldas y ordenó:
-Protégela bien, no dejes que ese tipo se la lleve.
Hache alzó las cejas y replicó:
-¿Proteger? Señor Castaño, ¿por qué no le pregunta a la señorita Nieves si quiere esa clase de protección?
La voz de Julio sonó seca, dura como un portazo:
-Que Carolina decida.
Se giró para mirar directamente a la joven.
-Carolina, tú eliges: ¿te vas conmigo, o… prefieres irte con ellos?
Aunque no lo dijo abiertamente, la amenaza flotaba en el aire, tan clara como si la hubiera gritado.
Carolina titubeó. Sus ojos mostraban una mezcla de miedo y duda. No era que extrañara a Julio, lo que le preocupaba era causar problemas a Sabrina.
Fue entonces cuando la voz de Sabrina la interrumpió con firmeza:
-Carolina, no te preocupes por mí.
Sabrina levantó la barbilla, decidida.
-Él no puede tocarme. Vino a mi estudio a querer hacer lo que quiso y a lastimar gente. Esto no se va a quedar así.
Hizo una breve pausa y, con voz más suave, le dijo a Carolina:
-No te dejes dominar por él. Si cedes una vez, tendrás que ceder mil veces más.
La miró directo a los ojos.
-Carolina, piénsalo bien: ¿de verdad quieres vivir así?
Las lágrimas temblaron en los ojos de Carolina, a punto de escapar.
-Pero…
Sabrina, entendiendo sus temores, bajó el tono para tranquilizarla.
-Estamos en Cartagena, aquí él no puede hacer lo que le dé la gana.
En ese instante, Hache intervino con serenidad:
Señorita Ibáñez, este tipo se siente tan confiado porque cree que puede pisotearnos.
Levantó la voz para que todos lo oyeran.
-Si no le damos una lección ahora, después va a pensar que puede hacer lo que quiera. Hoy viene aquí a lastimar y a querer llevarse a alguien. Mañana, ¿quién sabe hasta dónde llegará?
Sabrina asintió, convencida por las palabras de Hache.
-Tienes razón. ¿Y tú qué propones?
Hache frotó el mentón, como si lo meditara un momento.
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Capítulo 708
-Hay gente que solo aprende cuando le duele en carne propia.
Lanzó una mirada significativa a Julio.
-Hay que pagarle con la misma moneda. Señorita Ibáñez, si hoy hubieran destruido tu mano, tu futuro también se habría ido al piso. Ni todo el dinero o compensación del mundo te lo devolvería, ¿o me equivoco?
Sabrina le dio la razón.
-No te equivocas.
Luego se volvió hacia Carolina.
-Carolina, ¿qué opinas tú?
Julio era peor que André. No había nada que rescatar de él. Pero, al fin y al cabo, había sido el novio de Carolina durante años. Era justo preguntarle qué pensaba.
Los ojos de Carolina se encendieron con un fuego de odio.
La vez anterior, Julio solo le había causado asco. Pero ahora, al ver que intentó arruinar la mano de Sabrina, el odio creció en su interior.
-Sabrina, también creo que Hache tiene razón.
Fijó la mirada en la mano de Julio, y sus ojos brillaron con una determinación cortante.
-Pagarle con la misma moneda.
Las palabras de Sabrina y Hache no parecían afectar a Julio, pero la voz de Carolina sí logró que su semblante cambiara por completo.
-¿Te atreves, Carolina?
Apenas terminó de hablar, un objeto filoso y brillante cruzó el aire directo hacia Julio.
Antes de que pudiera reaccionar, un dolor punzante le atravesó la palma de la mano.
Miró hacia abajo y vio, atónito, que una pequeña daga le había perforado la mano de lado a lado.
La sangre comenzó a brotar y a gotear al suelo.
Hache, con una sonrisa tranquila, preguntó:
-¿Qué tal, señorita Ibáñez? ¿Valieron la pena todas esas horas practicando mis lanzamientos?