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Ceptio 707
Capitulo 707
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Julio sentia una mezcla de asombro y rabis. Su pecho ardia por dentro
Recordaba que, cuando perdió la vista, Carolina también había hachin to mismo por 4. Pero tera y los demás eran etra
cosa. Nadie estabs a su atura.
Y aquellos que podían estar a su altura…
No podían permitirse existir.
Con ese pensamiento, su mirada se volvió aún más oscura, casi helada.
Sin embargo, en su rostro apareció una sonrisa suave, casi tierna.
-Carolina, cacaso no te das cuenta? Cuanto más te importa alguien, cuanto más suplicas por ellos, mas gianas he dan de destruirlos
En ese instante, dos guardaespaldas se acercaron sigilosamente.
Uno de ellos sujeto a Carolina con facilidad, inmovilizándola sin esfuerzo.
Carolina luchaba como una fiera, pero era completamente inútil contra hombres entrenados como ellos.
-Julio, eres un desagradecido y un miserable! ¡Jamás te voy a perdonar!
Julio la observó con una expresión impasible, como si nada de lo dicho o hecho pudiera afectarle. Para él, las amenazas y el odio de alguien débil carecían de importancia, eran solo pataletas inútiles.
Carolina era su novia. No debería haber llevado las cosas tan lejos, pero notó que, en tan poco tiempo de libertad, ella ya había cambiado, ya no quería regresar. Intentar ganársela con buenas intenciones resultó inútil, era demasiado lento y sin
resultados.
Entonces, si lastimaba a Sabrina, lograría lo que quería: darle una lección a Carolina, mostrarle que quien la protegiera terminaría mal. Que no le quedaba otro destino más que estar a su lado.
Si Sabrina era inocente o no… eso no le importaba.
De todos modos, para él, esa mujer tampoco era una santa.
El otro guardaespaldas ya estaba junto a Sabrina. Apenas la sujetó, una mano le dio una palmada suave en el hombro.
El guardaespaldas se quedó perplejo, sin comprender lo que pasaba.
En ese instante, Sabrina sacó rápidamente de su bolso un spray de defensa personal y lo roció directo a los ojos del guardaespaldas, *
El ardor y escozor insoportables hicieron que el hombre soltara un alarido, llevándose las manos a la cara.
-¡Ahhh!
No tuvo tiempo de recuperarse. Un segundo después, un golpe brutal lo lanzó por los aires, rodando hasta quedar a los pies de Julio.
Todos se quedaron pasmados.
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Capítulo 707
Sabrina miró bien y, desde la sombra, vio la silueta de un hombre que no había notado antes.
La mitad de su cuerpo estaba envuelta en la penumbra y no se distinguían sus rasgos, pero por la complexión, era….
-¡Hache! -exclamó Carolina, con una chispa de esperanza en la mirada.
-¡Saca a Sabrina de aquí! ¡No dejes que le hagan daño!
El hombre salió lentamente de las sombras. Era delgado, y al lado de los fornidos guardaespaldas parecía incluso frágil, como si no pudiera enfrentarlos.
Pero algo no cuadraba….
Julio miró a su guardaespaldas retorciéndose de dolor en el suelo, y por primera vez, se puso serio. Como parte de la familia Castaño, desde niño había recibido entrenamiento en defensa personal. Sabía identificar a alguien peligroso apenas lo veía.
Ese tipo no era alguien común y corriente.
Hache se plantó frente a Sabrina y le habló con voz calmada.
-Señorita Ibáñez, ¿está bien?