Tyliana levantó la mano con la intención de limpiar la comisura de los labios de Victor. -Victor, estás bien?
Pero antes de que su mano siquiera pudiera tocar a Victor, él dio un paso atrás de inmediato, -Me voy,
Victor se dio la vuelta y también se fue sin mirar atrás.
La mano de Tyliana quedó suspendida en el aire. Ahora que no había nadie, bajó por completo su máscara. Su expresión se tornó resentida y venenosa.
Ella odiaba con el alma a Xyris.
Era hija del chofer de la familia Barroso. Años atrás, su padre murió tratando de salvar al padre de Victor, y ella quedó huérfana.
Debido a que su padre había beneficiado a la familia Barroso, Víctor siempre la había cuidado con esmero. Se podría decir que crecieron juntos.
Ella amaba profundamente a Víctor. Pensaba que se casaría con él.
Pero de repente la familia Barroso y la familia Jiménez se unieron en matrimonio, y Víctor se casó con
Xyris.
Se consoló diciéndose que Xyris no era más que una simple herramienta para la alianza familiar, que
entre ella y Víctor no había ninguna base emocional, pero la verdad no era así.
Xyris era una mujer seductora, y desde que se casaron, no dejaba de acosar a Víctor.
Cuando, Víctor y Xyris llevaban ya dos años de casados. Una vez, ella estaba parada fuera del estudio. La puerta estaba entreabierta, quedaba una rendija. Espió por esa rendija hacia adentro.
Víctor estaba sentado en su silla de oficina, concentrado con un montón de documentos sobre el escritorio. Xyris estaba sentada sobre él, con el tirante del vestido caído, dejando medio hombro al
descubierto.
La voz de Víctor era ronca. -Esta noche tengo mucho trabajo.
Xyris lo rodeó seductora y dijo: -No trabajes más, cariño. Te deseo.
Víctor la levantó en brazos. -Vamos a la habitación.
Xyris no quiso irse. -Quedémonos en tu estudio. ¿No te gusta así?
Víctor levantó la cabeza para besarla, permitiendo que sus manos se deslizaran traviesas dentro de su costosa camisa, acariciándolo/provocándolo.
Xyris jadeaba. -Escuché que en tu empresa llegó una secretaria muy guapa.
-¿Cuál?
-¿Te haces el que no sabes? Ahh… Esa secretaria guapísima. Cuando te mira, siempre te lanza miradas
Capitura
coquetas.
Victor sonrió y dijo: -De verdad no sé de qué secretaria hablas.
-¿De verdad? No sabes, bueno, como no la conoces, entonces le diré a tu secretaria que la transfera
-Está bien.
Xyris fue apaciguada. Con una voz mimosa y melosa, dijo: -Cariño, ¿no pensarás que soy muy celosa, verdad? Eres guapo y rico. Si no te vigilo de cerca, otras mujeres te van a seducir.
La mano de Víctor se deslizó por debajo de su falda, su mirada se ensombreció. -Tú me rodeas todos los días, paso cada día contigo. Las demás no tienen oportunidad alguna.
Xyris lo besó apasionada. -Cariño, tengamos un hijo.
Víctor preguntó: -¿Por qué quieres tener un hijo de repente?
-¿No quieres tener un bebé conmigo?
-Sí, claro que quiero.
En ese momento, ella estaba de pie fuera de la puerta, observando todo con los ojos llenos de celos. Xyris era una mujer provocativa. Aun sentada sobre Víctor, llevaba puestos sus tacones altos. Los finos tacones apenas se sostenían, rozaban con sutileza el pantalón negro de él, en un gesto sensual y decadente que ningún hombre podría resistir.
Víctor, en aquel entonces, era joven e impulsivo, con necesidades fisiológicas normales. Xyris era hermosa, inteligente y capaz, una chica criada entre la nobleza de la alta sociedad. Brillante y deslumbrante, sabía perfectamente cómo tomar la iniciativa frente a los hombres. Eligió casarse con Víctor y lo sedujo deliberadamente. Ella lo quería todo.
Durante aquellos años de matrimonio, Víctor estuvo sumido por completo en la pasión.
Poco tiempo después, Xyris quedó embarazada. Ella pensó que, al estar embarazada, su oportunidad por fin había llegado.
Pero Xyris seguía aferrada a Víctor con firmeza. Una vez, ella estaba espiando desde fuera de la habitación. Víctor estaba sentado en el sofá, y Xyris se arrodillaba frente a él, atendiéndolo con esmero y haciéndolo sentir muy complacido.
¡Una mujer así, ningún hombre podría rechazarla!
