Xyris: -Te lo diré, yo soy…
Sin pensarlo, Ana interrumpió con impaciencia: ¡No me importa quién seas ni me interesa saberlo! ¡Has ensuciado mi vestido y quiero que te arrodilles en este momento y me pidas perdón!
Xyris alzó una ceja.–¿Y si no me arrodillo?
Ana replicó con frialdad: -¡Entonces no me culpes por no ser amable contigo! ¡¡Guardias!!
De pronto dos guardaespaldas vestidos de negro aparecieron al instante.–Señorita Ana -respondieron al mismo tiempo.
Ana señaló a Xyris con el dedo.–¡Deténganla! ¡Quiero que se arrodille y me pida perdón!
-Sí, señorita Ana enseguida.
Los dos guardaespaldas comenzaron a acercarse a Xyris.
Xyris esbozó una sonrisa desdeñosa.–Les aconsejo que lo piensen muy bien. Si se atreven a tocarme, aténganse a las consecuencias.
Ana soltó una carcajada despectiva. -¿Me estás amenazando o qué? Cuando sepas quién soy, ite temblarán las piernas!
-Eres increíblemente arrogante -replicó Xyris con frialdad.
-¿Qué están esperando ahí como tontos? ¡Deténganla ya!
Gritó furiosa Ana, ordenando a los guardaespaldas que capturaran a Xyris.
Justo en ese instante, una voz clara y elegante resonó en el lugar: -Señorita Ana, ¿otra vez estás molestando a alguien?
Ana alzó altiva la mirada y vio a la última persona que quería encontrarse en ese lugar: Raquel.
Raquel había llegado.
Ana hizo mala cara.–¿Raquel? ¿Qué haces aquí?
Raquel se acercó con una sonrisa en los labios.–Vine a cenar al Hotel La Luna Dorada. Pero desde lejos
ya podía verte señorita Ana acosando a alguien. ¿Y a quién estás reprendiendo esta vez?
Ana respondió con fastidio: -Estoy dándole una lección a alguien que no sabe por dónde camina. ¿ Acaso quieres meterte en asuntos que no te incumben?
Raquel sonrió con firmeza.–¿Y si precisamente quiero meterme?
Xyris dirigió la mirada hacia Raquel. A diferencia de la altanería y prepotencia de la maleducada Ana, la elegancia serena de Raquel le resultó deslumbrante. Con cortesía, Xyris saludó: -Hola, señorita.
Raquel miró con agrado a Xyris y le respondió: -Hola…
Captur 697
Pero su voz se cortó de forma abrupta al ver a Xyris.
Raquel había visto un retrato de Xyris… un retrato de hacía más de veinte años, Sin embargo, Xyris estaba exactamente igual,
Raquel quedo atónita.–¡Eres tú!
Xyris estaba confundida. -¿Me conoces?
Raquel intentó responder: -Yo…
Pero Ana interrumpió con voz aguda y altanera: -¿Raquel, tú conoces a esta mujer que ni siquiera sabe por dónde camina? ¡Con razón dicen que lo similar atrae a lo similar! ¡Por eso gente como tú solo puede juntarse con mujeres como estas mantenidas por hombres ricos! ¡Mis amigas, en cambio, son todas
damas de alta sociedad del Valle del Río!
Raquel la miró, perpleja.–Señorita Ana, ¿qué acabas de decir que es ella?
Ana respondió con desprecio: -¿He dicho acaso algo incorrecto? ¡Ni siquiera la conozco! Pero con ese atuendo lleno de marcas de lujo, está claro que es una amante mantenida por algún viejo millonario.
Raquel, aún más sorprendida, se quedó sin palabras por unos minutos. Luego sonrió.–Señorita Ana, cuando sepas quién es, probablemente terminarás llorando.
-¿Llorar yo? Por favor… que dices no, mejor dicho, ¿por qué habría de perder mi tiempo con ustedes dos? Raquel, si tanto te gusta meterte donde no te llaman, entonces haré que los guardias te detengan a
ti también.
En ese instante, una voz grave y magnética interrumpió: -¿Qué está pasando aquí?
Ana alzó enseguida la mirada y vio a Víctor.
La presencia de Víctor le dio a Ana una renovada confianza. Corrió hacia él, se colgó de su brazo y exclamó apresurada: -¡Papá, llegaste justo a tiempo! Esa mujer, junto con Raquel, me están acosando. ¡ Haz que alguien les dé una buena lección! ¡Especialmente a esa mujer! No sabe ni caminar y quiero que se arrodille en este momento para pedirme disculpas.
Capitulo 698
Capítulo 698