Raquel preguntó algo nerviosa de inmediato: -¿Qué pasa? ¿Qué no está bien, Bethra?
Bethra sonrió alegremente y dijo: -Es que te he extrañado a mami. Cuando duermo y no te veo, lloro en
secreto.
Raquel sonrió y la abrazó con fuerza en sus brazos. -Yo también te extraño mucho.
Nysa miró agradecida a Raquel. -¿Raquel, has venido?
Raquel se puso de pie. -señora Nysa, ¿está bien?
La señora Nysa afirmó. -Estoy bien.
De repente, Ana exclamó en voz alta: -Raquel, ¿cómo encontraste este lugar? ¿Acaso… me seguiste?
Los ojos claros y brillantes de Raquel se posaron sobre el rostro de Ana. -Señorita Ana, felicidades, por fin lo has adivinado. Así es, te seguí. Sabía que si te restringian la libertad, sin duda alguna intentarías escaparte a escondidas. He estado esperando mucho tiempo a que lo hicieras.
Ana apretó los dientes y los puños con rabia. Había caído en la trampa de Raquel. Había perdido.
Raquel dijo: -Señorita Ana, ¿todavía tienes algo que decir?
Ana respondió con furia: -Yo…
En ese momento, Alberto entró. Miró enfurecido a Ana. -Ana, no puedo creer que estés tan loca. ¡
Secuestraste sin reparo alguno a Bethra y a mi madre! Si hoy puedes secuestrar y matar, ¿qué no harás
mañana?
Ana palideció. Se apresuró como niña consentida a acercarse y a sujetar la manga de Alberto. -¡Alberto, escúchame! Solo quería secuestrar a la hija de Raquel. ¡No quería hacerle daño a doña Nysa!
Hace
Nysa la interrumpió con frialdad. -Ana, no trates de justificarte. Hace unos minutos intentaste matarnos, ¿ya lo olvidaste? Yo no lo he olvidado.
Ana dijo: -Yo… Alberto, ¡te amo demasiado! No quiero perderte. ¡Por eso tomé esta medida tan
desesperada!
Alberto la empujó con brusquedad. Sus ojos sombríos se clavaron en Ana. -Guárdate esas palabras parà
cuando estés en prisión.
¿Qué?
Ana miró a Alberto estupefacta/-¿Alberto, quieres entregarme? ¡Soy la heredera de la familia Barroso,
hija del hombre más rico del mundo! ¡¿Aún así te atreves a tocarme?!
Sin embargo, una voz grave y magnética resonó en la distancia: -Él no se atreve… ¿y yo?
Ana giró la cabeza y vio a Víctor.
Víctor entró con un abrigo negro.
Ana quedó atónita. -¿Papá, qué haces aquí? ¡Raquel, fulate tú, ¿verdad?
Raquel lo afirmó. Así es, ful yo. Ful yo quien trajo al jefe Victor!
Ana gritó furiosa: -Raquel, ¿por qué hiciste esto?! ¿Por qué trajiste a mi papá?!
Raquel preguntó con rabia: -Señorita Ana, si tanto miedo tienes de que tu padre se entere de lo que hiciste, ¿por qué lo hiciste entonces?
Mientras hablaba, Raquel miró de reojo a Victor. -jefe Victor, ahora la verdad ha salido a la luz. Fue su hija quien secuestró a Bethra y a la señora Nysa. Hace un momento incluso intentó matarlas. ¿Qué piensa hacer al respecto?
Ana se apresuró a sujetar a Víctor. -¡Papá, por favor soy tu hija! ¡No puedes dejarme sola!
¡Paf!
Víctor levantó la mano y le dio una bofetada a Ana.
El golpe hizo que la cabeza de Ana se girara con brusquedad. Un ardor intenso le quemó la mejilla y su mente quedó en blanco.
Unos segundos después, se cubrió la cara herida y lentamente se volvió hacia él. Miró a Víctor con total incredulidad. -¡Papá, me has pegado!
Víctor la miró con frialdad. -Anita, ¿acaso lo que hiciste no merecía una bofetada?
Cap