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El CEO Se Novela 684

El CEO Se Novela 684

apítulo 684 

Víctor miró a Ana. -Anita, di algo ¿por favor

¿Qué podía decir Ana? Si seguía guardando silencio, su padre empezaría a sospechar 

Ana respondió a regañadientes: -He quedado con Elena para ir a un bar a bailar. Quiero salir a divertirme 

un poco

Víctor se opuso: -¡No! ¡Ya es muy tarde, no puedes salir por ahí! ¡Vuelve a tu habitación y descansa temprano

Ana dijo: -Papá, yo… 

Víctor respondió: -En unos días, tu madre regresará a verte

¿¡Qué!?

Ana quedó impactada. -¿Mi madre va a volver? ¿Pero no estaba muerta

Víctor le respondió con determinación: -No está muerta. Va a regresar para verte

Ana guardó silencio por unos segundos

Siempre había creído que Xyris había muerto, pero ahora resulta que estaba viva

¿Y si Xyris revelaba la verdad al regresar

Raquelera hija de Xyris. El vínculo entre madre e hija era mucho más fuerte que el de padre e hija. Ahora que Raquel vivía en la casa Barroso, ¿quizás se revelaría su origen

Raquel miró con cierto sarcasmo a Ana. -Señorita Ana, su madre va a volver. ¿Por qué no veo ni una pizca de alegría en su rostro

Ana no supo en ese momento qué responder. ¡La verdad odiaba demasiado a Raquel

Ana dijo: -Desde pequeña me abandonaron en Solarena. Por lo tanto odio a mi padre, y también odio a 

mi madre

Al terminar de hablar, Ana se dio la vuelta y se fue

Raquel sonrió complacida. Esta Ana era bastante astuta. Con esas crueles palabras podía despertar el sentimiento de culpa de Víctor hacia su hija, lo que haría que la amara más y tratara de compensarla

Víctor miró en dirección a donde Ana se había ido, luego volteó la vista hacia Raquel a su lado. Señorita Raquel, porque se comporta con total libertad en la casa Barroso. Incluso se atrevió a irrumpir 

en mi estudio

Raquel se disculpó enseguida -Lo siento mucho, Jefe Victor. Toqué la puerta, pero estaba abierta. Justo vi que usted conversaba con Ana, así que entré por mi cuenta. Perdón por haber entrado permiso

Víctor miró el rostro delicado y hermoso de Raquel. No sabía por qué, pero no podía culparla

Las sirvientas que lo atendían no eran tan atrevidas como la bella Raquel

Víctor y Raquel entraron al estudio. Fue entonces cuando Raquel vio un gran cuadro colgado en la pared En la pintura había una belleza. Era Xyris

Raquel veía por primera vez a Xyris. En la pintura, Xyris vestía un traje rojo, era una bella dama 

deslumbrante y arrogante como una rosa en plena floración

Raquel parecía estar hipnotizada con el cuadro. Se acercó lentamente, como si una fuerza invisible la atrajera, y quiso extender la mano para tocarlo

Víctor, que observaba desde atrás, la detuvo en voz alta: ¡No lo toques

La mano de Raquel se quedó congelada en el aire. La retiró con cierta incomodidad. -Lo siento, jefe 

Victor

No lo había hecho a propósito, pero Xyris en la pintura era como un imán que la atraía profundamente haciéndole imposible no querer acercarse, un poco más, tan solo necesitaba un poco más

Raquel preguntó: -¿Jefe Víctor, ella es la señora Xyris

Víctor contestó. —Sí

Raquel continuó: -¿Este cuadro lo pintaste

Víctor no respondió, pero su silencio fue una respuesta tácita. Ya había dado su respuesta

Raquel de repente sonrió

Víctor miró a Raquel. -Señorita Raquel, ¿de qué te ríes

Raquel alzó levemente sus cejas arqueadas. -Me río de ti

-¿Y qué tengo de gracioso

-Me río porque, cuando la señora Xyris estaba contigo, te enredabas con tu primer amor sin ningún límite. Pero ahora que la señora Xyris se fue, aquí estás, pintando su retrato, contemplándola extasiado como si quisieras traerla de vuelta con la mirada. Jefe Víctor, ¿acaso crees que eso te convierte en un hombre profundamente enamorado

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