Capítulo 674
Pero Alberto la abrazo con pasión, la presionó contra su cuerpo, y los cuerpos de ambos se pegaron
estrechamente a través de la delgada tela de sus ropas. Alberto dijo con un tono de voz ronca: -Raquel,
no te muevas!
Raquel se quedó rígida al instante, porque ya había sentido la anomalía en su cuerpo.
El delicado y hermoso rostro de Raquel, del tamaño de una palma, se sonrojó enseguida. -¡Jefe Alberto,
¿qué está haciendo?!
Alberto respondió: -¡No estoy haciendo nada indecoroso! Raquel, soy un hombre normal. He estado soltero durante estos tres años, y ahora, al verte tan hermosa, por supuesto que tengo una reacción
fisica.
Raquel se puso roja hasta las orejas. Se retorció con cierta incomodidad. -¡Suéltame!
-Raquel, si te sigues moviendo, entonces haré algo de verdad.
Raquel no tuvo más opción que quedarse quieta.
Alberto levantó la mano, le sujetó el pequeño mentón y se inclinó con suavidad para besarle los labios
enrojecidos.
¡Mmm!
Raquel lo empujó con rapidez. -Jefe Alberto, lo hablamos antes: debemos respetarnos el uno al otro. Si
vuelve a hacer esto, esta noche no me quedaré en este lugar.
Después de escuchar su amenaza, Alberto no tuvo más remedio que soltarla. -Está bien, no te toco. Ve
a ducharte.
Raquel se alejó unos cuantos pasos, manteniendo una distancia segura.
En ese preciso momento, se escucharon unos golpes en la puerta, seguidos de la voz de Francisco desde afuera. -Jefe, los productos femeninos han llegado.
Alberto abrió enseguida la puerta del salón de descanso y tomó la bolsa de mano de Francisco. –
Puedes retirarte.
-Sí, jefe.
Alberto cerró la puerta, luego le entregó la bolsa a Raquel. – Algunos productos femeninos, para ti.
–
Raquel la tomó. Muchas gracias.
Raquel abrió la bolsa; adentro había un juego completo de productos femeninos nuevos, de todo tipo.
Primero sacó la pijama, pero su expresión cambió de inmediato.
-¡Alberto, ¿qué clase de pijama mandaste a comprar?!
Alberto la miró sin entender la situación, -¿Qué quieres decir?
Capitula 674
Raquel, indignada, le lanzó la pijama que estaba adentro. Mirala tú mismo!
Alberto atrapó con destreza la pijama que ella le arrojó. Era de tipo erótico, con una cantidad mínima de tela, todo de encaje y cintas.
Alberto se quedó en silencio.
Albertc levantó la mirada hacia Raquel. -Raquel, por esto me estás acusando de manera injusta. Ese pijama no fue idea mía. Debe de haber sido Francisco quien malinterpretó mis instrucciones y decidió por su cuenta traer esa pijama. ¡Esto no tiene nada que ver conmigo!
Raquel, con el rostro encendido de furia, respondió: -¡Pues ellos son tus subordinados! ¡Con un jefe como tú, es natural que tengan ese tipo de comportamiento! ¡Esto es inaceptable!
Alberto guardó silencio.
En verdad, esta vez era inocente.
Al ver el rostro de Raquel lleno de enojo, Alberto sonrió.–Ya que lo dices de esa manera, no me queda otra que aceptar la culpa. Esta noche, ¡te pondrás esa pijama erótica para que yo lo vea!
Mientras hablaba, Alberto dio un paso hacia ella. -¿Te vas a poner la pijama tú sola, o quieres que te ayude? ¿Qué dices? ¿Por qué no dejo que te lo ponga yo?
Las pupilas claras y brillantes de Raquel se contrajeron de inmediato; no esperaba que él fuera tan descarado. Le gritó: -¡Eres un completo sinvergüenza!
Raquel corrió al baño y cerró la puerta con llave desde adentro.
Je, je, je.
Alberto soltó un par de risas en un tono de voz baja.