Capítulo 673
Raquel se detuvo en seco, y no se fue.
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Alberto era demasiado inteligente; sabla a la perfección cómo tocar las fibras más sensibles y los puntos débiles de Raquel. Con mucha seriedad, dijo: Creo que fue Ana quien lo hizo. Si esta noche llama y no puedo encontrarte, ¿no se retrasaría el rescate de Bethra y de mi madre?
Raquel lo pensó por unos minutos; en efecto, así era. Lo más importante ahora era rescatar a Bethra y a Nysa.
Pero Raquel lo dudó y dijo: -Pero, jefe Alberto, todos dormimos en su sala de descanso. Si esto llegara a saberse, no sería apropiado. Si su prometida se entera, podría malinterpretarlo.
¿Prometida?
Una sombra cruzó por los ojos de Alberto. Si Ana se atrevía a tocar a Bethra o a su madre, en definitiva no la dejaría ir tan fácil.
Alberto dio un paso adelante; su dominante y esbelta figura se acercó de manera peligrosa a Raquel. – Raquel, ¿esta noche quieres hacer algo conmigo? 1
Su figura imponente proyectó una sombra sobre Raquel. Ella parpadeó varias veces, sorprendida, y lo miró: -¿Qué quiero hacer algo con usted? Jefe Alberto, ¿qué está diciendo? Imaginar cosas en exceso también es una enfermedad. Le sugiero que vaya al hospital.
Al ver lo aguda que era con sus palabras, Alberto sonrió. -Ya que no quieres hacer nada conmigo, entonces esta noche no pasará nada. Incluso si otros lo saben, ¿qué podrían decir?
Raquel guardó silencio.
–
Alberto continuó diciendo: -No te preocupes, esta noche tú dormirás en la cama y yo en el sofá. Es muy
seguro.
Debido a que él ya lo había dicho así, Raquel no tenía razón para rechazarlo. Ella respondió. -Está bien.
Alberto llevó a Raquel a su sala de descanso. Era muy amplia, decorada en tonos fríos, su estilo habitual.
Raquel echó un rápido vistazo; no vio ningún artículo femenino.
Solo había un juego de artículos de aseo masculino.
Raquel miró al hombre que se encontraba a su lado. -Jefe Alberto, ¿no tiene artículos femeninos en este
lugar?
Alberto respondió con firmeza–No. He estado soltero estos tres años. Tanto aquí como en la villa, no
hay artículos femeninos.
Durante estos tres años, se había mantenido completamente limpio.
Raquel se mostró algo sorprendida; para alguien de la edad de Alberto, rodeado de tantas tentaciones, era increíble que hubiera estado soltero todo este tiempo..
Alberto sacó su celular y llamó a Francisco–Francisco, haz que tralgan un juego de articulos femenino
Después de colgar, Alberto miró a Raquel. -Entra a ducharte primero. Cuando lleguen los artículos femeninos, te los traeré.
Raquel respondió. -De acuerdo.
Raquel aún llevaba el abrigo negro de Alberto. Estiró cuidadosa la mano para desabrochár los botones del abrigo y se lo quitó, dejando al descubierto el vestido negro de tirantes que llevaba debajo de el. Como estaba de espaldas a Alberto, él pudo ver su hermosa espalda desnuda.
Su espalda medio descubierta era blanca y sin mancha alguna, descendía en una curva profunda; a ambos lados, la estrechez recordaba como el cuello de un jarrón de porcelana. Más abajo, su trasero firme y elevado completaba su esbelta silueta. El cuerpo de Raquel, más maduro y encantador que hace tres años, irradiaba una tentación irresistible.
La mirada de Alberto se concentró sobre ella, sin moverse durante un buen rato.
Raquel se dirigía al baño, pero en ese momento tropezó con algo bajo sus pies. Con un grito estremecedor de sorpresa, cayó hacia atrás.
-¡Cuidado!
Al instante, Alberto extendió los brazos y atrapó a Raquel.
Raquel cayó directo en los brazos de Alberto.
Su mano sujetó la suave cintura de Raquel, y al hacerlo, rozó una gran extensión de su delicada y tersa piel. La sensación suave y delicada le provocó un nudo en la garganta.
Raquel, aún sobresaltada, dijo: -Lo siento mucho, jefe Alberto. Resbalé. ¡Muchas gracias!
Intentó levantarse.
Pero sin pensarlo, Alberto retrocedió unos pasos con ella aún en brazos. La suave cintura de Raquel se apoyó contra el lavamanos, y Alberto la encerró entre el lavamanos y su pecho.
Raquel parpadeó con cierto nerviosismo. -Jefe Alberto, ¿qué está haciendo? ¡Suéltame!
Puso ambas manos contra su delicado pecho, intentando empujarlo.
Capitulo 674
Capítulo 674