Capítulo 671
Ana, en el piso de arriba, miraba todo esto con asombro; no esperaba que Alberto apareciera en ese
momento.
Ya le había advertido mil veces a Raquel que no le contara esto a nadie más. Entonces, ¿Por qué Alberto
había venido?
Alberto miró a Raquel y preguntó con preocupación: -¿Estás bien?
Raquel afirmó -Sí estoy bien, llegaste justo a tiempo.
Después de decir estas palabras, Raquel tomó su celular y se rio con cierta frialdad: -¿Estás sorprendida de que Alberto haya venido? ¡Fui yo quien lo avisó!
Ana se quedó asombrada. ¿Qué?
Raquel dijo: -Cuando hablábamos por celular, me advertiste mil veces que no le contara esto a una segunda persona. Esa segunda persona era Alberto, ¿no es así? No querías que él lo supiera, ¡Pero yo decidí decírselo precisamente para convertir la pasividad en iniciativa!
Ana guardó silencio.
Estaba atónita. Raquel había hecho todo lo contrario y echado por tierra todos sus planes.
Parece que cada vez que se enfrentaba a Raquel, salía perdiendo.
En ese preciso momento, los ojos claros y brillantes de Raquel comenzaron a buscar de nuevo en la bodega privada. -Los hombres de Alberto ya han rodeado el lugar. ¡Será mejor que reces para que no te
atrapen!
Raquel colgó.
Ana, en el piso de arriba, entró en pánico por completo, porque vio que la bodega privada ya estaba rodeada por los hombres de Alberto. La verdad, esta noche Raquet solo fingía estar amenazada, cuando en realidad ya lo tenía todo preparado.
Todo había terminado. Tenía que encontrar una forma de salir de ese lugar.
Ana desapareció.
Abajo, Alberto estiró cuidadoso la mano para abotonarle el abrigo negro a Raquel. Raquel dijo: ladrona está en esta bodega privada. ¡Esta noche tiene que ser capturada!
Alberto asombrado respondió. Entendido.
Raquel dijo: -Pero hay una buena noticia: Bethra y la señora Nysa están a salvo. Esta ladrona ahora está ocupada salvando su propio pellejo, y no se atreve a hacerle daño ni a Bethra ni a la señora Nysa. Ahora, Bethra y la señora Nysa son su ficha de salvación. No se atreverá a actuar de manera precipitada.
Alberto dijo: -La bodega privada ya está rodeada. Mis hombres están registrando con mucho cuidado. ¡ La encontraremos sin problema!
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En ese momento, el hombre de aspecto extraño que había sido capturado reconoció a Alberto y se arrodilló para suplicar,-jefe Alberto, por favor, perdónanos, no hicimos nada…
Alberto se acercó, levantó la pierna y le dio una patada en el pecho al hombre de aspecto extraño. El hombre salió volando y escupió un chorro de sangre.
Alberto exclamó con un tono de voz siniestra,-¡Ella es mi mujer, ustedes se atrevieron a desearla! ¡Están buscando la muerte!
El hombre de aspecto extraño quedó asombrado.–jefe Alberto, así que esta hermosa chica es tu mujer… En realidad, hemos ofendido a la persona equivocada.
Alberto abrazó la estrecha y suave cintura de Raquel.–Ustedes…
De pronto, Raquel lo detuvo,-Déjalo, jefe Alberto, solo dales una lección. Lo más importante esta noche es atrapar a esa ladrona.
Después de escuchar a Raquel, esos hombres de aspecto extraño empezaron asustados a arrodillarse y a dar las gracias,-gracias, en el futuro corregiremos nuestros errores, lo prometemos.
Alberto les dio otra patada.–Esta noche tienen suerte, ¡lárguense enseguida, no quiero volver a verlos! Los hombres de aspecto extraño fueron llevados. Esa noche se habían reunido para actos lascivos, y Alberto tenía la intención de enviarlos a todos a la comisaría. Esos hombres necesitaban una buena lección para reconocer por fin sus errores.
Alberto abrazó a Raquel,-Si no hubieras pedido clemencia, le habría querido sacar los ojos a todos esos
tipos.
Raquel se quedó asombrada. Miró a Alberto,-¿Por qué? ¿Por qué tienes tanto odio hacia ellos?
Antes de salir de la oficina, ella había establecido un plan con Alberto: actuar desde adentro y afuera para atraer a la ladrona.
Pero ahora Alberto parecía tener un profundo odio hacia esos hombres de aspecto extraño. En realidad, ella no había sufrido ningún tipo de daño; todo estaba bajo su control.
Alberto miró el pequeño y hermoso rostro de Raquel, del tamaño de una palma, y dijo en un tono de voz baja, ni yo te he visto usar un vestido tan sexy, ¿por qué deberían ellos poder verte así?
Raquel guardó silencio por unos segundos.
No podía creer que su enfoque estuviera en el vestido.
Raquel lo miró con cierto enojo,-jefe Alberto, creo que no eres diferente a esos tipos, solo tienes pensamientos extraños en la cabeza.
Capitulo 672
Capítulo 672