Capítulo 666
Todos esos subordinados vestidos de negro fueron contratados por ella. Con su posición actual, sabotear la vigilancia del aeropuerto de Valle del Río y llevarse a Bethra ya no era una tarea difícil.
Los subordinados vestidos de negro salieron con rapidez a‘ recibirla y la saludaron con respeto: – Señorita Ana.
Ana miró a los subordinados vestidos de negro y fue directo al grano: -¿Trajeron a la persona que pedí?
-Señorita Ana, ya la trajimos.
Los ojos de Ana brillaron emocionados. Perfecto, al final habían traído a esa bastarda que Raquel había dado a luz.
Mientras eliminara a Bethra, su origen jamás sería revelado, y así ella podría vivir sin preocupación alguna.
-Llévame a verla de inmediato.
-Señorita Ana, por aquí.
El subordinado de negro llevó a Ana hasta la puerta de una pequeña habitación oscura. En la puerta había una pequeña ventanilla; Ana miró adentro y vio a Nysa abrazando con dulzura a Bethra. Estaban acurrucadas juntas en una esquina, abrazadas.
Ana quedó petrificada. Miró otra vez para asegurarse de no haberse equivocado. ¡Dios mío! De verdad estaba viendo a Nysa.
¿Qué demonios estaba pasando?
¿Por qué Nysa estaba en ese lugar?
Ana miró al subordinado vestido de negro. ¿Qué sucede? ¿Por qué hay otra persona adentro?
-Señorita Ana, esto es algo que debemos informarle. Cuando fuimos a capturar a esta niña el día de nos encontramos con esta anciana. Quiso rescatar a la niña, así que no tuvimos más remedio que traeria también.
¡Dios mío!
Ana sintió como si el cielo se le viniera abajo. Jamás imaginó que ocurriría un imprevisto tan grave como este. Incluso habían traído a su futura suegra, Nysa.
¿Nysa quería salvar a Bethra?
¿Desde cuándo Nysa sentía tanto afecto por Bethra?
Ana sintió una profunda sensación de crisis, pero más aún, sentía un profundo miedo. Gritó furiosa a sus subordinados vestidos de negro: -¿Estás loco? ¿Cómo pudiste traerla también? ¿Sabes quién es ella?
El subordinado respondió: -¿No es solo una anciana en silla de ruedas?
Nysa había aparecido muy poco en los últimos años, así que era normal que estos subordinados no la reconocieran por completo.
Ana estaba tan enfurecida que no pudo pronunciar palabra alguna. -¡Te digo que ella no es una anciana cualquiera, ella es la señora Nysa!
¡¿Qué?!
El subordinado vestido de negro se quedó helado al instante. -¿Señorita Ana, está diciendo que esa anciana es la señora Nysa?
-¡Así es! ¡Ahora sabes en el lío en el que te metiste! Alberto seguro ya sabe que su madre ha desaparecido, y también que desapareció junto con Bethra. Yo quería que trajeras a la niña sin hacer ruido, ¡y mira lo que hiciste! Has provocado la furia de Alberto. ¿Y ahora qué vamos a hacer?
El subordinado vestido de negro también entró en pánico. ¿Quién no había escuchado hablar de los métodos de Alberto? Este era el territorio de Alberto.
-Señorita Ana, de verdad no sabíamos que esa anciana era la señora Nysa. Ella insistía en intervenir, y teníamos mucho miedo de exponernos, así que no tuvimos otra opción que traerla con nosotros. ¡ Señorita Ana, piense en algo rápido! Si el jefe Alberto encuentra este lugar, ¡ninguno de nosotros saldrá
con vida!
El subordinado le recordó a Ana que ahora estaban todos en el mismo barco, y que nadie escaparía ileso
de el.
Ana también lo sabía bien. -Estoy pensando en una pronta solución, pero, ¿qué solución puede haber? Alberto seguro ya ha tendido una red impenetrable allá afuera. Si intentamos movernos, nos atrapará.
Además, se trataba de Nysa. No podría hacerle daño, no se atrevía.
-Señorita Ana, ¿entonces qué hacemos ahora?
Ana respondió, -Encierrenlas por ahora, no les hagan nada todavía. Yo pensaré pronto en algo.
-Sí, señorita Ana.