Capítulo 662
Alberto extendió la mano y sostuvo el hombro de Raquel. Lo sé, Raquel….
-Tú no sabes nada, Alberto! ¡Siento que en realidad no estás ayudándome de corazón!
Alberto se enojó. -Raquel, ¿por qué dudas de esa manera de mí? ¿Es solo porque Bethra no es mi hija? Entonces estás siendo intolerante conmigo. No dejaré de salvarla solo porque no sea rni hija. También la quiero mucho.
Raquel sintió que estaba actuando por preocupación; con la captura de Bethra, como madre, se había desesperado.
¿Cómo podía sospechar de Alberto? Después de todo, también se habían llevado a Nysa.
Ahora solo quedaba esperar, aunque cada segundo de esa espera era una tortura.
-Perdón, jefe Alberto, estaba demasiado ansiosa.
Alberto dijo: -No hay problema alguno.
En ese preciso momento, Alberto alzó la vista y vio una figura familiar: era Luis.
Luis había llegado.
Alberto dijo de inmediato: -Raquel, esto es Valle del Río. Solo yo puedo ayudarte en este lugar. Voy a rescatar a Bethra y a mi madre. Por ahora, ven conmigo.
Raquel preguntó con cierta duda: ¿Ir contigo? ¿A dónde?
Alberto le respondió: -A mi villa.
Las pestañas rizadas de Raquel temblaron con fuerza. -No quiero ir.
Alberto preguntó: -¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que te haga daño?
Raquel contestó: -¿Cómo podría? Con tu estatus y posición, hay muchas mujeres hermosas a tu alrededor tratando de agradarte. Tu prometida es la hija del hombre más rico del mundo, y yo ya he tenido una hija, soy madre. No podrías enamorarte de mí.
Raquel no quería ir a la villa de Alberto. Ya eran adultos, y era necesario mantener ciertos límites.
Alberto conocía muy bien a Raquel; simplemente no quería tener ningún vínculo con él. -Entonces
vayamos a mi oficina.
¿A su oficina en la empresa?
Esta vez, Alberto no le dio la oportunidad de rechazarlo. -En mi oficina no pasará nada. Vamos, Raquel, no pierdas más tiempo en algo sin sentido. Lo más importante ahora es rescatar a Bethra y a mi madre.
Raquel accedió. -Está bien, haré lo que digas.
Alberto se llevó a Raquel. Antes de irse, echó un rápido vistazo a Luis, quien acababa de entrar. Estaba
buscando a Raquel, pero estaba destinado a no encontraria, porque Alberto ya se la habla jevode
Raquel siguió obediente a Alberto hasta su oficina. Era la primera vez que visitaba ese lugar. El ambient seguía decorado en tonos frios, como siempre había sido su estilo,
Muy pronto, Raquel vio sobre su escritorio un medallón. Ese medallón era el que él le había regalado años atrás en la cueva. Ahora se encontraba en silencio sobre la mesa de trabajo, lo que demostraba que, durante estos tres años, él lo había mirado con frecuencia, recordándola a través del objeto,
Raquel extendió lentitud sus manos, sus delicados y pálidos dedos tocaron el medallón.
En ese preciso momento, la voz de Alberto sonó a sus espaldas. -¿Quieres beber algo?
Raquel retiró las manos de inmediato. Quiso darse la vuelta. -Yo…
Al hacerlo, chocó directo contra el pecho de Alberto.
No se había dado cuenta de que Alberto estaba tan cerca de ella, justo detrás. Se lanzó de lleno, estrellándose en sus brazos reconfortantes y limpios.
-Lo siento.
Raquel dio un paso hacia atrás con rapidez, pero tropezó con algo bajo sus pies y cayó hacia atrás.
-¡Ah!– gritó Raquel.
En ese preciso momento, un brazo fuerte se extendió, sujetó su delgada cintura con fuerza y tiró de ella, devolviéndola al cálido y limpio pecho del hombre.
Raquel alzó la mirada y se encontró con el rostro apuesto de Alberto.
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هد والأعوام