La sirvienta se quedó asombrada: -¿señora Nysa, sus piernas pueden moverse?
Nysa estaba más emocionada que nadie, porque sentía que podía controlar poco a poco sus piernas Intentó moverlas de nuevo, y sus dos pies tocaron directo el suelo.
-¡Dios mío, señora Nysa, de verdad puede moverse! ¡Señora Nysa, espera déjeme ayudarla a ponerse de
pie!
La sirvienta extendió la mano y ayudó a Nysa a levantarse.
Nysa se puso de pie lentitud desde la silla de ruedas y le dijo a la sirvienta: -Suéltame.
La sirvienta soltó obediente sus manos.
Nysa se quedó de pie con firmeza sobre el suelo.
La sirvienta estaba muy emocionada por lo que veía: ¡Señora Nysa, de verdad se puso de pie! ¡Qué
maravilloso, está de pie!
Nysa miró sus piernas con incrédula; en realidad se había puesto de pie.
De pronto, Nysa volvió a dejarse caer en la silla de ruedas. Ese día, sus piernas ya podían sostenerla de pie, pero no por mucho tiempo. Había estado paralizada durante más de veinte años, necesitaba
recuperarse poco a poco.
En resumen, ya podía ponerse de pie.
¡Que milagro sus piernas se habían curado!
-¡Señora Nysa, qué maravilla! ¡Este frasco de medicina que la señorita Raquel le dio es increíble!
Nysa, emocionada, le preguntó: -¿Raquel se va hoy?
La sirvienta afirmó: -Sí, anoche la señorita Raquel dijo que se marcharía el día de hoy.
-En este momento, debe estar en el aeropuerto. Ella me ha curado, me ha hecho volver a ponerme de pie. Debo agradecerle en persona. ¡Llévame rápido al aeropuerto, quiero verla!
Nysa quería ver a Raquel, quería expresarle su gratitud.
-Sí, señora Nysa, ¡haré que preparen el auto!
Nysa se dirigió lo más rápido posible al aeropuerto con su gente.
Raquel y Bethra ya habían llegado al aeropuerto. Planeaban dejar Valle del Río y regresar a Solara.
Bethra dijo: -Mami, la verdad quería quedarme unos días más en este lugar.
Raquel acarició con ternura la pequeña cabecita de Bethra. Sabía que a Bethra le gustaba Alberto. Era el apego de una hija hacia su padre, era la fuerza del lazo de sangre. Por desgracia, toda la vida le debería
algo a Bethra.
-Bethra, en el futuro, si hay oportunidad, te traeré de nuevo. ¿Está bien?
Bethra dijo de manera obediente: -Está bien, mamá.
De pronto, Raquel miró su reloj. Ya casi era la hora de embarcar, pero Luis aún no había llegado.
Luis iba a regresar con ellas en el avión privado.
¿Dónde estaba Luis?
Raquel colocó a Bethra en la silla. -Bethra, quédate aquí sentadita. Voy a llamar a Luis.
Bethra agachó la cabeza. -Está bien.
Raquel se apartó un poco, sacó su celular y marcó el número de Luis.
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La llamada se conectó enseguida y la voz de Luis se escuchó al otro lado de la línea. -¿Hola, Raquelita?
-Luis, ¿a dónde fuiste? Dijiste que el día de hoy volveríamos a Solara, estás llegando tarde.
-Raquelita, tuve un pequeño contratiempo.
¿Qué?
¿Luis tuvo un problema?
Raquel sintió una fuerte punzada de ansiedad en el pecho y preguntó con cierto nerviosismo: -Luis, ¿qué te pasó? ¿Qué ocurrió?
Raquel estaba muy concentrada en la llamada y se giró de espaldas. De repente, dos hombres vestidos de negro aparecieron en el vestíbulo del aeropuerto. Llevaban gorras con visera baja y se dirigían directo hacia Bethra.
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Capítulo 659