Capítulo 657
Raquel miró sorprendida a Nysa, señora Nysa, este es el medicamento que he preparado para usted Tome una píldora al día, y sus piernas poco a poco recuperarán la sensibilidad, y entonces podrá de
nuevo ponerse de pie.
Nysa quedó impactada al instante. -¿Qué dijiste?
Nysa en realidad no esperaba que Raquel hiciera una medicina para ella, ni tampoco que sus piernas pudieran volver a sostenerla.
La sirvienta detrás de ella estaba igual o quizás más sorprendida que ella. -Señorita Raquel, ¿es cierto lo que dice? ¿La señora Nysa podrá volver a caminar? Ha consultado a los mejores médicos durante más de veinte años y ha estado en una silla de ruedas desde ese entonces. Todos dijeron que ya no había esperanza, que tendría que pasar el resto de su vida en una silla de ruedas.
Raquel sonrió. -Señora Nysa, pasar toda la vida en silla de ruedas ya es el peor escenario posible. ¿ Podría haber algo peor que eso? Así que puede tomar esta medicina con confianza. Por supuesto, si no está tranquila con lo que digo, puede buscar un médico reconocido para verificar los ingredientes, por si alguien con malas intenciones quiere utilizar esta botella para incriminarme.
Nysa no podía reaccionar durante un buen rato. Que Raquel preparara una medicina para ella, esto la
había dejado conmocionada.
En ese preciso momento, Bethra dijo con una vocecita encantadora: -Abuelita, ¡mi mami es la gran maestra de la medicina nacional, la Invencible! Si ella dice que puedes ponerte de pie, entonces puedes
ponerte de pie.
Nysa miró perpleja a Raquel. -Raquel, yo…
-Señora Nysa, en aquel entonces sus piernas no pudieron recuperarse del todo por falta de un ingrediente. Ya lo observé hace tres años, solo faltaba una hierba. Ahora que se ha encontrado, la medicina ya ha sido preparada. Esto lo tomo como un gesto de agradecimiento, pero no hace falta, ha sido solo un pequeño esfuerzo.
Nysa estaba tan sorprendida que ni siquiera sabía en ese momento qué quería decir.
Sin pensarlo, Raquel tomó en brazos a Bethra. -Señora Nysa, me retiro. Hasta luego.
Raquel se fue con Bethra en brazos.
Bethra agitó su pequeña manito. ¡Abuelita, adiós!
Raquel y Bethra desaparecieron. La sirvienta, emocionada hasta las lágrimas, dijo: -¡Qué maravilla! La señorita Raquel ha traído la medicina. Ella es la Invencible, la gran maestra de la medicina nacional. He escuchado que su habilidad médica es asombrosa. Señora Nysa, tome una píldora de inmediato. Creo que sus piernas sin duda alguna podrán volver a sostenerla.
La sirvienta sacó una píldora y se la ofreció a Nysa.
Nysa se la pasó.
Capitulo 657
-Señora Nysa, ¿cómo se siente?
Nysa solo sintió que, después de pasar la píldora, una corriente cálida comenzó a agitarse en su pecho y luego se dirigió con lentitud hacia sus piernas enturecidas.
Las piernas, que no habían tenido sensibilidad durante años, de repente comenzaron a sentir calor.
Nysa pronunció emocionada: -Parece que mis piernas están recuperando la sensibilidad.
-¿De verdad, señora Nysa? ¡Eso es maravilloso! Tome una píldora al día y estoy segura de que pronto podrá levantarse.
Nysa tenía los ojos llenos de lágrimas. En realidad, nunca pensó que llegaría el día en que podría volver a ponerse de pie.
Ya había aceptado que era una persona discapacitada.
La sirvienta habló emocionada: -Señora Nysa, no es que yo quiera hablar bien de la señorita Raquel, pero ella en realidad es diferente. No es como la señorita Ana ni como las demás damas de la alta sociedad. El señor Alberto ama profundamente a la señorita Raquel por una razón justificable.
Nysa miró en dirección a donde se había ido Raquel, pero no dijo ni una sola palabra.
Nysa regresó a la casa de los Díaz. Llamó por teléfono a Alberto, pero fue Francisco quien contestó.
-Señora Nysa, buenas tardes. El jefe está en una reunión en este momento. Si tiene algo que decir, puede decírmelo a mí.
Nysa dijo: -No te preocupes, no es nada importante. Solo quería saber si volverá esta noche.
-Señora Nysa, el jefe se quedará trabajando esta noche en la oficina, no regresará.
-¿Y ya se atendió la herida de su frente?
Nysa seguía queriendo con el alma a su hijo. Ella misma lo había herido, y ahora le dolía haberlo hecho.
-No se preocupe, señora Nysa. La herida en la frente del jefe ya ha sido tratada.
-Me alegra saberlo.
Después de colgar, Nysa se fue a descansar. Al día siguiente, la sirvienta abrió cuidadosa el pequeño frasco y le entregó una píldora.
Nysa se la pasó.
La sirvienta preguntó: -Señora Nysa, ¿cómo se siente el día de hoy?
La señora Nysa sintió que sus piernas se calentaban cada vez más, y esa intensa sensación se hací cada vez más clara. Intentó moverías.
Sus piernas en realidad se movieron.