Capítulo 625
Raquel miró asombrada a Victor, ¿Por qué Mara murió de repente? ¿Por qué de golpe chocó contra la pared?
Victor respondió, yo tampoco lo tengo muy claro.
Raquel miró a María, que ya no respiraba, y sintio una profunda tristeza en su corazón. Aunque María nunca le había dado amor maternal, e incluso la había herido en varias ocasiones, jamás había deseado su muerte.
Los ojos claros y pálidos de Raquel comenzaron a enrojecerse y humedecerse poco a poco, y gruesas lágrimas empezaron a caer descontroladas una tras otra.
En ese preciso momento, se escuchó la voz del mayordomo desde afuera, -¡Señor, ha ocurrido algo terrible!
Víctor miró al mayordomo, -¿Qué ha sucedido?
El mayordomo respondió, -Señor, la señorita Ana ha desaparecido de repente.
¡¿Qué?!
¿Ana ha desaparecido?
Víctor salió corriendo enseguida y se dirigió a la habitación de Ana. La habitación estaba vacía, ya no había rastro de ella.
-¡Anita! ¡Anita!— Víctor miró al mayordomo, ¿Cuándo desapareció Anita?
-Señor, hace un momento la criada fue a llevarle trufas a la señorita Ana, y descubrió que no estaba. Nadie la vio salir, pero calculo que ya ha estado fuera por bastante tiempo.
Víctor ordenó a toda prisa. —¡Envía gente a buscarla! ¡Aunque tengamos que revisar toda
Solarena, debemos encontrar a Anita!
El mayordomo obedeció. -Sí, señor.
Víctor salió corriendo. En ese momento, Raquel se le acercó de frente, -jefe Víctor, necesito
hablar contigo.
-Raquel, ¿qué quieres decirme?
-Jefe Víctor, ¿no te parece extraño que Alejandro y María hayan muerto y que ahora Ana haya desaparecido?
Víctor respondió con una expresión sombría, Raquel, en este momento no tengo tiempo, ahora debo encontrar a Anita. Hablaremos después.
Víctor salió corriendo.
Raquel hizo mala cara con fuerza.
Alberto se acercó cariñoso y le rodeó los hombros con el brazo, Raquelita, ¿cómo pudo desaparecer Ana de repente? ¿A dónde habrá ido?
Raquel miró en la dirección en la que desaparecio Víctor, -No te preocupes por ella, Ana no estará en peligro. Más bien, Ana no se permitiría estar en peligro.
Alberto entendió enseguida.
Raquel continuó, -Vamos a seguirlos y ver qué pasa.
Víctor siguió buscando a Ana con su equipo, y pronto llegó una noticia. El mayordomo dijo. Señor, la encontramos. La señorita Ana está ahora en el puente peatonal.
-¡Partamos de inmediato hacia el puente peatonal!
Muy pronto, varios autos lujosos llegaron al puente peatonal. Víctor bajó del auto y vio a Ana.
En ese preciso momento, Ana estaba sentada sobre el puente, y justo debajo de ella se extendía el vasto océano. Era muy posible que pudiera caer en cualquier momento.
Víctor se acercó nervioso y le dio:-¡Anita, ¿qué haces sentada ahí?! ¡Ven aquí, es peligroso!
Ana miró a Víctor. —¡Papá, no te acerques!
Víctor se detuvo de inmediato, -Está bien, Anita, no me acercaré. ¿Puedes venir tú, por favor?
Ana, con los ojos llenos de lágrimas, comenzó a sollozar, -papá, ¿tú no me amas?
Víctor lo negó, -Anita, ¿cómo puedes pensar eso? Yo te amo demasiado.
–
Pero yo no siento tu amor. Al contrario, siento que te encanta Raquel.
-Yo…
-Papá, tú sabes perfectamente que Raquel y yo tenemos grandes conflictos. El hombre que amo es Alberto, pero aun así tú estás muy cerca de Raquel. ¡Tú eres mi papá! ¿Por qué no me das tu favoritismo a mí? ¿Por qué eliges estar siempre del lado de mi enemiga?
Víctor no supo en ese instante qué responder, porque en el fondo de su corazón, le agradaba Raquel.
Le gustaba la inteligencia, la serenidad y la franqueza de Raquel.
También sabía a la perfección que Raquel y Ana eran rivales, que ambas estaban enamoradas
del mismo hombre.
Ahora, al ser acusado por Ana, Víctor se sintió culpable, -Anita, lo siento mucho… No debí haber hecho eso…