Capítulo 618
Ana dijo: ¡Raquel es la fuente de todo mal, y mientras ella viva, todo lo suyo será mío!
Ahora Ana anhelaba con todas sus fuerzas la muerte de Raquel.
María aceptó, y sus ojos también se tornaron maliciosos. –Raquel ya debería estar muerta. Cuando era niña, la arrojamos al campo y aun así sobrevivió. ¡Esta vez la debe morir de verdad!
Ana fulminó a María con la mirada. -Ençárgate ta de eso. ¡Mata a Raquel con tus propias
manos!
María quedó perpleja. -¿Anita, quieres que lo haga yo misma?
-¿Y si no quién? En estos momentos no es seguro confiar en nadie. Mi padre y Alberto están aquí, y si cometemos el más mínimo error, todo se descubrirá. Esto solo puede dejarse en tus manos. Mamá, tú eres mi madre biológica. Me amas con el alma, ¿no es así? Estás dispuesta a hacer cualquier cosa por mí, ¿cierto?
Hasta ahora, Ana ya no llamaba mamá a María, y cada vez que la miraba era con desprecio Pero ahora le apretaba con fuerza la mano, con una expresión suplicante y sincera.
María se ablandó. Después de todo, era su amada hija biológica. Está bien, Anita no te preocupes. Déjamelo a mí.
Ana la abrazó con entusiasmo. —¡Qué bien, mamá! Sabía que me amabas y no me ibas a dejar sola. Y yo también te amo. ¡Mamá, eres la persona que mejor me trata en este mundo!
María rodeó con los brazos a Ana. -Niña tonta, todo lo que hago es por ti.
La sonrisa en el rostro de Ana desapareció por completo y se tornó sombría. ¡Raquel al igual que Alejandro y, María debían morir!
¡Ana ya tenía la intención de matar a María!
Porque María conocía su verdadera identidad, y solo si ella también guardaba silencio, su secreto no sería revelado.
Raquel volvió a entrar en la habitación del hospital donde estaba Alejandro. Él se encontraba en una silla de ruedas; ahora no podía mover las extremidades ni hablar, su cuerpo estaba paralizado, y una cuidadora lo atendía.
Raquel miró de reojo a la cuidadora. Puedes retirarte, yo cuidaré de él.
-Está bien. -La cuidadora se marchó.
Raquel miró a Alejandro. -Voy a aplicarte unas agujas.
Capitulo 518
Raquel sacó enseguida sus agujas de plata.
En ese preciso momento, Alejandro alzó con dificultad la mano y le agarró la manga a Raquel,
Raquel giró la cabeza. -¿Qué te pasa?
De pronto Alejandro abrió la boca, intentando hablar.
Raquel preguntó: -¿Quieres decirme algo?
Alejandro lo afirmó con fuerza.
Raquel continuó preguntando: -¿Quieres decirme algo más?
Alejandro siguió afirmando con vehemencia.
Raquel pregunto cautelosa: -¿Tiene que ver con Ana?
Alejandro se agitó mucho, y no dejaba de moverse.
Raquel empezaba a sentir que tanto Ana como María se comportaban de forma extraña, como si Alejandro supiera toda la verdad.
Raquel extendió su mano. -Ahora no puedes hablar, pero puedes escribir. No te apresures. Escribe en la palma de mi mano lo que quieres decir.
Raquel le permitió a Alejandro que escribiera.
Alejandro extendió precavido la mano; sus dedos temblaban y eran muy torpes, pero logró controlarse un poco y empezó a escribir en la palma de Raquel.
Raquel leyó en voz alta: -Ana es una mentirosa…
El rostro de Raquel de inmediato se transformó. ¿Por qué decía Alejandro que Ana era una mentirosa?
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