Capítulo 610
¡Entonces haré que Héctor desaparezca de este mundo para siempre!
La furgoneta negra se detuvo junto a un acantilado, y los guardaespaldas vestidos de negro bajaron del interior. Alarico se acercó a paso firme.
–Señor Alarico, ya hemos traído a Héctor según sus órdenes.
Alarico se acercó altivo al vehículo y vio a Héctor dentro. Estaba desplomado en el asiento, con el cuerpo cubierto de sangre.
Originalmente, había recibido una herida de arma blanca en el abdomen, de la cual manaba sangre sin cesar. Y justo antes, le habían apuñalado también en el corazón, tiñendo por completo su ropa de rojo.
El rostro de Héctor estaba pálido como el papel, y sus ojos ya comenzaban a perder el enfoque. Vio aterrorizado a Alarico.–¿Eres tú?
Alarico sonrió con arrogancia.–Así es, soy yo, Héctor. No me culpes. Todo esto te lo buscaste tú solo. ¿Acaso no te das cuenta de quién eres? Tú no eres digno de Camila. ¡Ella solo puede ser
mía!
Héctor sonrió con amargura.–Camila… nunca… te querrá.
Al instante los ojos de Alarico se tornaron sombríos.–¿Camila está enamorada solo de tu linda cara? Si te conviertes en un monstruo, ¿aún crees que te querrá?
En ese momento, un guardaespaldas vestido de negro se acercó y le entregó a Alarico una pequeña botella de ácido sulfúrico. Señor Alarico, tenga cuidado. Este ácido no debe tocar su piel.
Alarico tomó la botella de ácido, destapó la tapa y vertió todo el contenido directo sobre el rostro de Héctor.
-¡Ah! -Héctor se retorció de dolor, mientras el ácido quemaba su cara, dejando su rostro completamente desfigurado, lleno de carne viva y sangre.
Alarico sintió una enorme satisfacción. En la escuela, ese Héctor ya competía con él por el título del chico más hermoso, y ahora hasta competía por Camila. ¡Alguien de origen tan ba como este no estaba en condiciones de ser su rival! ¡Qué atrevido era este tipo!
-Señor Alarico, límpiese las manos. -El guardaespaldas le ofreció respetuoso un pañuelo.
Alarico tomó el pañuelo y, con total indiferencia, comenzó a limpiarse las manos. Miró a Héctor y sonrió satisfecho.–Héctor, muere en paz. No te preocupes, Camila te olvidará poco a poco. Pronto estaré con ella, y la cuidaré muy bien. 2
Capitulo 610
Los ojos de Héctor se enardecieron mientras miraba a Alarico. Quiso arrastrarse hacía él.
Pero el profundo dolor en todo su cuerpo era insoportable; no podía moverse.
Alarico miró a los guardaespaldas vestidos de negro,-Empujen el auto por el acantilado, quiero que no quede ni rastro de su cuerpo, ¿entendido?
El guardaespaldas vestido de negro obedeció,-No se preocupe, señor Alarico.
Dos guardaespaldas vestidos de negro encendieron el auto y luego cerraron las puertas. La furgoneta negra, con Héctor dentro, se lanzó hacia el acantilado.
¡Pum….!
En un santiamen la furgoneta negra se precipitó por el acantilado, emitiendo un estruendo ensordecedor.
Alarico arrojó con desprecio el pañuelo al suelo. Héctor por fin había muerto. Camila lo aceptaría poco a poco.
Camila regresó a la habitación. Estaba leyendo um libro, pero en ese momento sintió de golpe un dolor agudo en el pecho.
Ese agudo dolor era como si alguien estuviera escarbando su corazón con un cuchillo, como si hubiera perdido lo más importante de su vida.
La sensación de pérdida le provocó un dolor punzante.
Fernanda ya se había dado cuenta de que algo iba mal. Corrió apresurada hacia ella y preguntó con nerviosismo,-Camila dime, ¿qué te pasa?
Camila presionó con fuerza su pecho, -Fernanda, la verdad no sé qué me pasa, solo siento un dolor muy fuerte aquí, en el corazón.
-¿Cómo puede dolerte el corazón? Voy a llamar al médico.–Fernanda se levantó asustada para ir a buscarlo.
Pero Camila extendió enseguida la mano y tiró de Fernanda,-Fernanda, no hace falta, no llames al médico.
Fernanda la miró con asombro,-Camila, tú…
Camila preguntó confundida,-¿Qué pasa conmigo?
Fernanda dijo,-Camila, ¿por qué estás llorando?
¿En ese momento estaba llorando?
Camila llevó la mano a sus ojos y la encontró llena de lágrimas.
Capitulo,610
No sabía por qué, pero las lágrimas ya habían empañado su vista, cubriéndole el rostro por completo.
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