Capítulo 597
Héctor tenía los ojos rajos. Durante este tiempo, rara vez regresaba a casa, pues no quería que su madre y su hermana supieran lo que hacía, ni deseaba que la gente del exterior conociera la existencia de ambas; él protegía a su familia.
Pero hoy, su madre había enfermado repentinamente.
–¿Mamá, por qué no me dijiste que te habías enfermado?
Juliana respondió: Héctor, no he sufrido porque Camila me ha cuidado bien y el médico me ha proporcionado la mejor de las atenciones.
-Héctor, no quiero ser una carga para ti, deseo que lleves una vida feliz y saludable. Si tu padre estuviera vivo, seguro que también desearía lo mismo, ¿sabías?
Juliana no quería que Héctor siguiera el camino de su padre, así que siempre le daba consejos.
Héctor tomó la mano de Juliana: -Mamá, tranquila, esta vez el final será diferente.
Las lágrimas de Juliana comenzaron a deslizarse por sus mejillas: -Mis niños.
Camila y Fernanda se acercaron y tomaron la mano de Juliana.
Juliana unió las manos de los tres: -Mis niños, me voy, no estén tristes. Voy a reunirme con su padre; todos estos años él ha estado solo en el cielo mientras yo estaba con ustedes aquí, seguro que me ha extrañado mucho.
Las lágrimas de Camila cayeron.
-Héctor, a Fernanda la encomiendo a ti, ella es tu hermana y debes cuidarla bien.
-Ya Camila, realmente es una buena chica, tenerla es tu fortuna, debes apreciarla mucho.
Con la voz entrecortada, Héctor dijo: -Mamá, lo sé.
Juliana expresó: -He sido muy feliz en mi vida, cuando era joven con tu padre, y luego con ustedes. ¿Qué vida es perfecta? Ya me voy.
Juliana cerró lentamente los ojos y descansó en paz.
En realidad, Juliana tenía muchas preocupaciones y arrepentimientos no expresados sobre los remordimientos de su esposo y sobre no haber podido ver a sus hijos crecer, pero ya no tenía tiempo, y se había ido.
Héctor y Fernanda rompieron a llorar: -¡Mamá!
Juliana se había ido, y Camila encontró a Héctor parado en un corredor oscuro, apoyando su
alto y esbelto cuerpo contra la pared. Sin chaqueta, solo vestía un suéter negro de lana que hacía que su cuerpo juvenil y atlético pareciera un poco frágil en ese momento. Estaba
Capitulo 507
inclinando la cabeza en un prolongado silencio, dejando que la oscuridad lo envolviera.
Camila se acercó a él:-Héctor, ya he coordinado con el hospital para que se ocupen de los asuntos de ella. Si tienes cosas que hacer, puedes rte. Yo me quedaré aquí, cuidando de
Fernanda.
Él se levantó, sus ojos estaban muy rojos, llenos de venas sanguíneas. Tenía que irse, tenía que
regresar.
Melis seguramente ya estaría buscándolo.
En un momento tan importante, ni siquiera pudo estar al lado de su madre.
Si no hubiera sido por Camila, quizás ni siquiera hubiera visto a su madre por última vez.
La pesada carga de la vida había caído sobre sus hombros desde muy temprano, dejándolo sin opciones.
Cuanto más lo pensaba, más odiaba y más deseaba venganza.
que
has hecho. Héctor miró a Camila: -Camila, gracias, gracias por todo lo
Era difícil saber por dónde empezar con todo lo que quería agradecer.
Agradecido por Camila, por estar en su vida y acompañarlo en sus momentos más difíciles.
Camila dio un paso hacia adelante y lo abrazó, apoyando su rostro en su pecho y escuchando su firme latido del corazón: -No tienes que agradecer, Héctor. Si quieres llorar, llora, sé que estás muy triste.
Los ojos de Héctor estaban inundados de venas rojas y, bajo las suaves y tranquilizadoras palabras de Camila, sus cálidas lágrimas comenzaron a caer una tras otra.