Capítulo 587
Imposible.
Héctor se armó de valor y empujó a Camila: –Camila, sigo pensando lo mismo, no tenemos futuro juntos, mejor regresa a casa.
Ella intentó hablar: -Pero yo…
-Camila –Héctor elevó la voz al pronufclar su nombre, no me compliques la vida, vuelve ahora mismo.
Él insistió en que no le complicara la vida.
Si hubiera dicho algo más, tal vez Camila no se habría ido.
Pero él insistió en que no le complicara la vida.
Camila lo soltó, se dio la vuelta y se fue.
Después de dar dos pasos, miró atrás nostálgicamente hacia Héctor y luego agitó su pequeña mano: -Héctor, adiós. Si necesitas algo, recuerda llamarme. Estaré esperando tu llamada.
Su delicada figura desapareció de la vista.
Héctor observó cómo se alejaba su silueta; ella era tan dulce y obediente que realmente le costaba dejarla ir.
Sin embargo, él tenía asuntos pendientes.
En ese momento, sonó el tono melodioso de un celular. Era Melis quien llamaba.
Héctor presionó el botón para contestar y la voz de Melis se escuchó de inmediato: -Héctor, ¿ dónde estás? Mi padre ha llegado, te está buscando, mejor regresa pronto.
Varrón había llegado.
Héctor colgó el teléfono, guardó el celular en el bolsillo y corrió de vuelta.
Melis lo recibió temprano: -Héctor, ¿has vuelto? ¿Y la camarera? ¿Por qué te llevaste a esa camarera? ¿Qué relación tienes con ella?
Héctor miró a Melis: -Yo…
Shh, Héctor, no necesitas decir nada, solo necesito saber que eres mío, y que no he chismorreado, ¿eh?
Él no habló más, caminó con Melis hacia donde estaba Varrón: -Jefe Varrón.
-Héctor, has vuelto, veo que te has divertido hoy con mi hija.
Melis sonrió: -Papá, entonces deberías darle más días libres, para que pueda pasar tiempo
Capitulo 557
conmigo.
Varrón dijo: —Héctor mira, mi hija ya está completamente cautivada por ti.
Dicho esto, Varrón levantó dos copas de vino, una para cada uno: –Vamos, Héctor, brindemos.
Héctor tomó la copa de vino, chocó su copa con la de jefe Varrón, y luego se la bebió de un
trago.
Melis estaba radiante al ver a Héctor beber el vino tan generosamente porque había drogado esa copa, y esa noche, ella se convertiría en la mujer de Héctor.
Héctor dejó la copa sobre la mesa: -Jefe, volvamos.
Varrón asintió; -Está bien, vamos.
Los tres salieron del bar, y afuera había dos autos lujosos estacionados, con varios guardaespaldas vestidos de negro alrededor.
Los guardaespaldas abrieron la puerta trasera del auto: -Señorita Melis, Héctor, por favor,
suban.
Héctor se disponía a subir al auto, cuando de repente sintió que algo no estaba bien. Su cuerpo estaba ardiendo, y una ola de calor intenso se desataba dentro de él, dejándolo con la boca seca y la lengua pegajosa.
Héctor, que estaba involucrado en el mundo del crimen organizado, se dio cuenta de
inmediato de lo que sucedía: había sido drogado.
Héctor miró a jefe Varrón: -Jefe, ¿había algo en esa copa de vino?
Ya había deducido que el problema provenía de aquella copa.