¿Acaso… ella es tu esposa?
Capítulo 738
Mientras decía eso, Sebastián jaló al aún aturdido Thiago para tenerlo a su lado,
-Thiago, tu papá hoy no anda de buen humor, está un poco alterado, así que no le guardes rencor, ¿si?
Thiago asintió, todavía confundido.
No terminaba de entender por qué su papá estaba molesto.
Sébastián, con la habilidad social que lo caracterizaba, no culpó a nadie ni buscó provocar, contrario a Araceli, que a veces preparaba bebidas y comentarios que solo echaban más leña al fuego.
Incluso André, que solía verle con recelo, no podía encontrarle un solo pero.
Aun así, eso no hizo que André sintiera simpatía por Sebastián; al contrario, lo veía como alguien astuto que sabía fingir a la perfección
Ese Hache era un experto en aparentar.
Ya había caído en sus juegos más de una vez.
Por eso, mantuvo su actitud cortante.
-Guarda tus jueguitos para otra ocasión, no vengas aquí a actuar como si te importara.
Hache soltó un suspiro leve.
-señor Carvalho, de corazón, aprecio mucho a Thiago y todo lo que hago es pensando en él.
Luego, miró a Sabrina.
-No sé en qué me equivoqué para que el señor Carvalho tenga tan mala impresión de mí.
Señorita Ibáñez, si le parece… mejor me voy.
El señor Carvalho llegó tan temprano, seguro quería salir con ustedes dos.
Si hubiese sabido que ya tenían planes, ni me aparezco.
Dirigiéndose a André, le sonrió con un aire apacible.
-Así evito interrumpir su momento familiar de padre, madre e hijo.
Sabrina contestó con voz serena:
-No tienes que irte; nosotros no habíamos planeado nada.
Y si alguien debe marcharse, ese debería ser él, no tú.
Luego, con naturalidad, llamó a Thiago y a Hache.
-Vámonos, Hache, tú manejas.
Sebastián asintió:
-Listo.
Al pasar junto a André, Hache le lanzó una mirada y una sonrisa radiante.
-Ah, entonces el señor Carvalho y la señorita Ibáñez no tenían nada acordado. ¿Resulta que llegó sin avisar?
Ya que el señor Carvalho hoy no está de buen ánimo, seguro ni se divierte. Así que, en su lugar, acompaño yo a Thiago a
pasear.
Cuando recupere el ánimo, venga a buscar a Thiago. Pero no deje que su mal humor nos arruine el día a todos.
Thiago, que apenas se reponía del desconcierto, pensaba invitar a su papá.
Pero después de escuchar a Hache, dudó.
Tenía sentido: si su papá estaba molesto, eso podía afectar el ánimo de mamá también.
Mejor no llevado por ahora.
Con esa idea. Thiago agito la mano hacia André con cortesia.
Papá, nos vemos,
Acto seguido, los tres subieron al carro de Sabrina.
Sebastián piso el acelerador y el carro desapareció frente a los ojos de André.
Paso un buen rato antes de que André volviera en sí.
No sabía por qué, pero la escena le resultaba extrañamente familiar.
De pronto, recordó lo parecida que era a aquellas ocasiones en que él, junto a Araceli, iba a recoger a Thiago.
Solo que ahora, quien quedaba afuera era él.
Ese día, Sabrina ni siquiera le había reprochado nada. Aun así, le dolía.
Entonces, ¿cuánto habría sufrido Sabrina cuando él la regañaba, diciéndole que no entendía nada?
Un peso enorme se le instaló en el pecho, como si arrastrara una piedra gigante.
Se quedó parado un buen rato, hasta que finalmente resolvió seguirlos.
No podía quedarse tranquilo con ese Hache, un tipo misterioso del que ni siquiera él había podido averiguar el pasado.
Ese hombre tenía algo raro, seguro.